Desde el principio de su carrera, el inglés Leon Vynehall ha demostrado una sensibilidad particular a la hora de producir música. La suya es una mezcla de ambient, house y varios géneros más, plasmada en discos que están pensados para la pista de baile, pero que también manejan resortes relacionados con las memorias infantiles, la nostalgia por tiempos pasados y la recreación de escenas con poso cinematográfico. Elementos que alcanzan su máxima expresión en un disco de debut, Nothing is still (Ninja Tune, 2018), que envuelve un capítulo de su propia historia familiar (la emigración de sus abuelos a Estados Unidos) entre volutas de música minimalista y suntuosos arreglos de cuerda. Un proyecto sensible y de elevada carga emocional, que no se conforma con quedarse en el ámbito musical: antes bien, viene acompañado por una novela corta y una colección de videos, que sirven para explorar el tema principal del disco desde diferentes puntos de vista.
La historia de tu familia tiene un papel protagonista en la música que produces, así que podríamos empezar por algunos datos biográficos. ¿Dónde naciste? ¿Cómo era tu familia? ¿Creciste en un entorno donde la música tuviera mucha presencia? Crecí en el área de Brighton, en la costa del sur de Inglaterra. El único miembro de mi familia con conocimientos musicales era mi abuelo, que había tocado la guitarra en una banda de skiffle cuando era joven. Mi interés por la música y mi educación sentimental provienen de mi madre, pero fue mi abuelo el que puso una guitarra entre mis manos y me enseñó a tocar algunos acordes. Aquello despertó mi curiosidad por la música.
Varios de tus discos tienen una musicalidad curiosa, como si hubieras pasado por el pop o el rock antes de llegar a la música electrónica. Toqué la batería, la guitarra y los teclados en grupos de varios estilos mientras estaba en el colegio: punk, noise, rock y algunas cosas más experimentales. Imagino que algún poso debe haber quedado.
Acaba de aparecer tu primer álbum, Nothing is still, pero con anterioridad habías publicado dos EPs que podrían haber encajado en esa definición, Music for the uninvited (2014) y Rojus (2016). En ambos casos se trataba de colecciones de canciones con un sonido global y que además estaban construidas a partir de guías conceptuales. ¿Qué les faltaba para poder ser consideradas como álbumes? Hasta el momento no me he sentido cómodo llamando “álbum” a ninguno de los discos que he publicado. Desde mi punto de vista, les faltaban ambición y escala. Music for the uninvited sólo contenía seis canciones y Rojus era básicamente una colección de temas para bailar. Nothing is still, en cambio, es mucho más expansivo y ambicioso, cumple con las condiciones para ser un álbum.
Mucha gente te descubrió con el EP Music for the uninvited. Se trata de un disco construido alrededor de los recuerdos de tu madre, un punto de partida inusual a la hora de hacer música. ¿Cómo trasladaste esas imágenes y recuerdos a un formato de canción? Cogí prestados muchos de sus viejos discos para samplearlos, y mientras lo hacía pensé que sería una buena idea hacer algo cohesivo con todo aquel material, con todas esas canciones que solía ponerme en cintas de casete cuando nos montábamos en el coche.
Aquel EP servía también como muestra perfecta de tu particular estilo a la hora de hacer música. Esa mezcla de grabaciones de campo, patrones rítmicos entrecruzados, arreglos de cuerda, pianos, texturas granuladas y remolinos sintéticos que remiten por igual al pop, el ambient y la música de baile. ¿Cómo escribes tus temas? Desde fuera, parece que la melodía tiene un papel protagonista. Es correcto, la melodía es una parte muy importante dentro del proceso de producción. Pero la verdad es que no sigo unas reglas fijas a la hora de empezar o terminar un tema, depende mucho del estilo musical en el que esté trabajando en cada momento o del estado de ánimo que tenga en un día determinado. Todo se filtra en el resultado final.
Tu siguiente mini-LP, Rojus, estaba inspirado en otro concepto abstracto: los bailes que ciertas especies de pájaros utilizan durante el cortejo, y su correspondencia con la manera de comportarse de los clubbers durante las noches de fiesta. ¿Cómo relacionaste dos ideas tan lejanas en apariencia? Todo comenzó de un modo casual, tras ver un documental sobre los pájaros del paraíso y descubrir un libro maravilloso en un museo lituano que versaba sobre el mismo tema y se llamaba así, Rojus. Empecé a dar vueltas alrededor de los samples de los pájaros, pensando en cómo podía utilizarlos, y el concepto se materializó como por arte de magia. A partir de ahí, todo fue muy sencillo.
Hablando ya de Nothing is still, la inspiración proviene de nuevo de una historia familiar, el viaje que realizaron tus abuelos a Estados Unidos en los años sesenta, en busca de una vida mejor. Un punto de partida del que has sacado un disco, una novela corta y una colección de videos. ¿Cómo has articulado todo ese material? Después de que mi abuelo muriera comencé a mantener largas conversaciones con mi abuela, en las que me contaba cómo había sido su vida. La historia del viaje a Estados Unidos me llamó especialmente la atención, y fui tomando notas para trazar una línea temporal en la que encajaran los distintos acontecimientos que se sucedieron. Una vez que tuve todo en orden contacté con el escrito Max Stzyber y planeamos una historia a partir del material que había recopilado, que se ha plasmado en una novela corta. Y cuando la novela estuvo terminada seleccioné aquellas palabras y frases que podían conectarse con la música de algún modo, y las utilicé como puntos de partida para escribir canciones. La literatura, su tono y su ritmo, fueron los mecanismos que definieron los sonidos y la forma definitiva de lo que aparece en el disco.
La novela se puede comprar junto al disco, pero también por separado. ¿Te parece importante que los dos productos puedan llegar a tener vidas separadas? Quería que el proyecto fuera modular. Así, si sólo te interesa leer la novela puedes hacerlo, y si únicamente quieres escuchar la música, también es posible. Pero es al unir todos los elementos entre sí cuando se obtiene una visión coherente y completa de la historia. Al final, lo más importante de Nothing is still reside en la relación que se establece entre los distintos formatos involucrados, y cómo cada una de las disciplinas es capaz de realizar diferentes abstracciones a partir de la misma historia.
El tono del disco es solemne y majestuoso, cercano a la neoclásica. En la nota de prensa citas como inspiración el minimalismo de autores como Gavin Bryars. ¿Cómo llegaste a este tipo de lenguaje? ¿Estabas experimentando con instrumentos y texturas, o es que la gravedad de la historia requería un acercamiento de ese tipo? Como te decía antes, toda la información acerca de cómo se debía escribir la música estaba contenida en el libro. Mi trabajo consistía en interpretar esa información, y teniendo en cuenta el tipo de historia que cuenta habría sido irrespetuoso enfocarla desde el punto de vista de la música de baile. Además, me apetecía ensanchar el espectro musical por el que me conoce la mayor parte del público.
¿Cómo fue la escritura del disco? Teniendo en cuenta el aire cinematográfico que transmite, imagino que lo escribiste pensando antes en “escenas” que en “canciones”. Los arreglos también parecen incidir en esa idea. Dentro de todo el proceso, que ha durado cuatro años, el libro supuso el esfuerzo más grande, ya que contiene la historia literal. Una vez superado ese trance, el resto del trabajo fue sencillo y muy disfrutable. La verdad es que me gustaría tener más encargos para el cine o la televisión.
Nothing is still incluye varias colaboraciones: vientos, cuerdas, pianos. ¿Cuál fue el papel de esos músicos dentro del disco? ¿Participaron en la composición de algún modo? Blue May, que me ha ayudado a mezclar el disco, tiene muy buena relación con todos los músicos que han tocado, así que tuve suerte en ese sentido. En cuanto a su papel, llegué al estudio con todas las partes escritas, pero en muchas ocasiones me sugirieron ideas para embellecer los arreglos.
El diseño gráfico del disco utiliza imágenes del artista belga Pol Bury, que pertenecen a una serie realizada en la misma época que tus abuelos viajaban hacia Estados Unidos. A mí, sin embargo, me parecen más interesantes ciertos aspectos artísticos que conectan de manera directa con el contenido de Nothing is still, como la fascinación con la que Bury, también un europeo en tierra extraña, miraba las obras de ingeniería del nuevo mundo, o los ecos surrealistas que transmite la manipulación de las fotografías. Es cierto que la imagen posee un aire de serendipia. Trevor Jackson, que estaba realizando la dirección de arte, tropezó por casualidad con la fotografía de Pol bury, y todo a su alrededor parecía resonar con ecos del proyecto: la época en la que fue tomada, el lugar en el que fue tomada, la manera en la que está manipulada. Incluso, como tú dices, el hecho de que Pol Bury y su mujer estuvieran pensando en mudarse a vivir en Nueva York en la misma época en que mis abuelos llegaban a la ciudad.
También has realizado una serie de videos que pondrán imágenes a todas las canciones del disco, y que están dirigidos por Young Replicant, autor de trabajos para artistas como Flying Lotus, Bonobo o Alt-J. ¿Llegaste hasta él a través de Ninja Tune? Conocía su trabajo y me parecía la persona perfecta para sacar adelante el proyecto. De hecho, fui a verle con tenía ideas bastante claras acerca de lo que estaba buscando (escenas construidas al ralentí, con un movimiento lento incluso para el estándar del cine), y él las hizo florecer de una manera espectacular, empujando el resultado hasta cotas que superaban todas mis expectativas.
Imagino que un proyecto como este necesitará también un formato especial para llevarlo al directo. ¿Cómo piensas hacerlo? Mientras hablamos estoy en pleno proceso de desarrollo. Pero casi seguro que consistirá en una formación de tres o cuatro músicos que me arroparán para la puesta en escena. Y combinará todos los elementos del proyecto, pero llevados hasta el extremo.
Entrevista: Vidal Romero
LEON VYNEHALL
1 de septiembre de 2018 / The Loft, Razzmatazz, Barcelona
Comprar entradas.
www.salarazzmatazz.com
Espacio reservado para publicidad
Parece que estás usando un complemento para bloquear la publicidad.
Nos esforzamos por mostrar publicidad que sea relevante para ti de la forma menos intrusiva posible.
Por favor, ¡considera añadir nuestra página a la lista de excepciones de tu bloqueador de publicidad para apoyar a OCIMAG!