Tras varios años dedicados a trabajos de encargo, A Winged Victory for the Sullen, el dúo que forman Dustin O’Halloran y Adam Wiltzie entrega una nueva colección de piezas originales, “The Undivided Five” (Ninja Tune, 2019), inspiradas en la figura de la pintora sueca Hilma Af Klimt y en la recurrencia del número cinco en muchas facetas de la vida. Es música majestuosa y naturaleza espectral. Piezas orquestales que parecen deshilacharse delante del oyente, drones que se mueven por el espacio con grávida parsimonia, melodías estiradas hasta el infinito, teñidas con una cierta sensación de pérdida. Un misterio que intentamos desentrañar con ayuda de Wiltzie.
Durante los últimos ocho años, los esfuerzos de A Winged Victory for the Sullen se han concentrado en las bandas sonoras para películas y obras de teatro. Así que “The undivided five” es tan solo el segundo disco con temas originales de vuestra carrera. ¿Por qué habéis tardado tanto en dar este paso?
Ha sido una cuestión de tiempo. Las bandas sonoras son en cierto modo una obligación. No podemos negarnos a hacerlas porque forman parte de nuestro trabajo y tenemos que pagar las facturas. Por otro lado, los dos tenemos otras ocupaciones por separado, hay conciertos y grabaciones que atender, y al final el día solo tiene veinticuatro horas. De todos modos, lo más complicado ha sido cuadrar nuestras agendas y encontrar fechas que nos vinieran bien a los dos. Una vez resuelto ese problema, sólo hemos necesitado unos meses para escribir el disco. Con el primero, tardamos más de dos años.
Imagino que el hecho de vivir en dos ciudades tan alejadas como Bruselas y Los Angeles lo hará todo más complicado. ¿Cómo os las arregláis para trabajar a distancia?
Hay ciertas cosas que podemos hacer por separado, sobre todo trabajos sucios de producción, ese tipo de tareas que alguien tiene que hacer (risas). Pero en general necesitamos reunirnos para componer, sobre todo al principio del proceso. Nos sentamos en el estudio, comenzamos a improvisar y las ideas vuelan. Una vez que definimos esa base, ya podemos seguir cada uno por su lado y desarrollar aspectos concretos. Pero el primer empujón tenemos que darlo a medias.
Después de tantos años poniendo música a las ideas y visiones de otros, ¿habéis planteado el disco como una especie de banda sonora imaginaria?
La verdad es que no. Al contrario, hemos sentido una gran liberación al no tener que movernos en márgenes que a veces son muy estrechos. Los sonidos que utilizamos en el disco, por ejemplo, son demasiado extraños para utilizarlos en una película. En general hemos trabajado con mucha independencia, sin miedo a probar ideas.
Lo preguntaba porque una de las influencias que reconocéis en “The undivided five” es la figura de la pintora sueca Hilma Af Klimt. ¿Qué os atrae de ella?
Me siento muy conectado con la manera en que trabajaba, siempre al margen de las modas y corrientes de su época. Pero también me interesan la profunda espiritualidad que transmite su obra, la fuerza de los colores y de la geometría en sus cuadros, y la conexión que sentía con el más allá. Pertenecía a un grupo de amigas, que se llamaba “Las cinco”, que intentaba contactar con fuerzas sobrenaturales a través de sesiones de espiritismo. Mientras buscábamos ideas para el disco, Dustin fue por casualidad a una exposición de su obra y descubrió muchos paralelismos con nuestro trabajo. Muchas veces las mayores influencias no provienen de la música, sino de otros campos del arte, sólo hay que saber mirar.
Aparte de la referencia a Klimt, el “cinco” del título también tiene que ver con el acorde de quinta justa. ¿Puedes explicar mejor este detalle?
Hay más razones para utilizar el cinco. Este es el quinto disco que publicamos, los cinco sentidos están representados en las canciones. Es un número que ha aparecido una y otra vez en esta grabación. Pero volviendo a la quinta justa, se trata de un recurso al que, por alguna razón que se nos escapa, siempre acudimos cuando estamos juntos. Hay multitud de arreglos y cambios en nuestras canciones que lo utilizan, y que tienen mucho que ver con el tipo de sonido que manejamos. Es también bastante habitual en la música del siglo XX, así que de algún modo nos sentimos parte de una tradición.
¿Viene de ahí el título de la primera canción, “Our lord Debussy”?
La base de esa canción era un patrón un poco aburrido, pero que nos gustaba. Decidimos buscar algún modo de hacerla más compleja y llegamos al tipo de composición que utilizaba Debussy. Así que se nos ocurrió hacer una broma, y luego lo dejamos porque es un título muy cool (risas). Hay otra canción, “A minor fifth is made of phantoms”, que también juega con estas ideas. Existe una teoría acerca de que la quinta justa es la música divina, y que la quinta disminuida es la música del diablo.
“The undivided five” se ha grabado en varios estudios por toda Europa. ¿Era una cuestión de agendas, o A Winged Victory for the Sullen buscaba la sonoridad particular de esos espacios?
Todos esos estudios tienen una acústica especial, que hace que determinados instrumentos suenen de una forma única. El piano, por ejemplo, se grabó en el Magyar Radio Studio 22 de Budapest, un lugar en el que estuve con Jóhann Jóhannsson mientras le ayudaba con la banda sonora de “Sicario”. La acústica del espacio transforma el piano y lo magnifica. También grabamos cuerdas en el interior de una iglesia, porque les da una resonancia y una espacialidad que no es posible conseguir de otro modo. Los espacios acústicos son muy inspiradores, tienen sentimientos propios, cualidades que te hacen abrir los sentidos y que afectan profundamente a la música.
Tiene que haber sido complicado gestionar todo esto. Imagino que a eso te referías con la necesidad de cuadrar agendas.
Gran parte del trabajo previo se dedicó a reservar los estudios y a programar nuestra estancia en las ciudades. Teníamos poco tiempo para estar juntos, así que tuvimos que organizarnos muy bien, para aprovechar hasta el último segundo. Además, aparte de las cualidades propias de cada estudio, las ciudades también tienen una personalidad que se filtra en la música que escribimos. Esa idea de que viajar es un acto que tiene resonancias la aprendimos cuando hicimos “Atomos” (2014). Tuvimos que grabarlo en muchos lugares diferentes y gran parte de su carácter se debe a esa circunstancia.
Antes has hablado de Jóhann Jóhannsson. Sé que erais amigos y colaboradores, así que imagino que su muerte te habrá afectado. ¿Hay algún tipo de homenaje hacia su figura en el disco?
Jóhann era una persona muy especial. Un gran amigo, y una de las primeras personas a la que solíamos mandar la música de A Winged Victory for the Sullen. Tenía una gran intuición y un potente sentido crítico, así que era muy fácil aprender de él si estabas a su alrededor. De hecho, me ayudó a sacudirme muchos de los miedos que tengo por el hecho de no haber estudiado música. Aunque era como yo, una persona autodidacta, no se amilanaba cuando tenía que dar instrucciones a una orquesta de cincuenta músicos. Grabar este disco en lugares que había compartido con él ha sido una experiencia dura y complicada, casi sentíamos su presencia flotando encima nuestra. Lo echamos mucho de menos.
“The undivided five” es un disco con mucha acústica. ¿Cómo pensáis llevarlo al directo?
Estamos preparando un espectáculo muy ambicioso, con ocho personas en el escenario, incluyendo cuerdas y metales. Nuestro amigo Francesco Donadello, que ha mezclado todos nuestros discos, se hará cargo del sonido. Y también estamos trabajando en la parte audiovisual, aunque todavía no puedo decirte nada. Queremos que los conciertos sean en teatros o espacios especiales, pero me temo que en España tocaremos en el Primavera Sound. Espero que al menos nos busquen un sitio tranquilo.
Para terminar, me gustaría preguntarte por tu otra banda, Stars Of The Lid. Habéis realizado un par de giras con bastante éxito en los últimos años, ¿estáis trabajando en material nuevo?
La verdad es que no, y no sé explicarte por qué motivo, porque aún somos amigos y disfrutamos haciendo música juntos. Es posible que en el futuro nos volvamos a reunir, porque es cierto que existe mucho interés. Pero de momento, tendrás que conformarte con las cosas que hacemos por separado. Yo acabo de publicar la banda sonora de “American Woman”, la nueva película de Jake Scott, y estoy muy orgulloso.
Entrevista: Vidal Romero
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