Le quiero devolver las ‘graciñas’ a este ser hermoso y batallador que es Camille. Lo hago por la estupenda charla que nos concedió. Por ser tan abierta y natural. Os sugiero leeros lo que esta francesa de Nantes autoproclamada como MounQup nos cuenta desde que se instaló, allá por 2011, en la aldea de Pardavedra (A Bola, Ourense) para, una vez integrada en el entorno rural gallego, desarrollarse como persona y artista multidisciplinar.
Acaba de publicar su álbum “Aquelarre”, un disco lleno de esencia orgánica, femenina, tradición. Inspirador y lleno de verdad. Es tanto lo que ella nos cuenta, que no me enrollo más.
Llegada de MounQup a Galicia y proyecto en Saumede
Hola Camille, ¿nos das por favor una perspectiva aproximada de tu llegada a Galicia y la adaptación a una tierra mítica y mágica como esa?
Hola Bruno. Fue hace unos diez años cuando yo llegué por primera vez a Galicia. Concretamente para celebrar la nochevieja de 2011. Éramos un grupo heterogéneo de personas formado tanto por franceses como por gallegos. Apenas conocía a la mayoría de ellos. Asistimos todos juntos a una fiesta surrealista como solo puede ocurrir en el frío, húmedo y lúgubre campo gallego.
De inmediato me atrapó la naturaleza salvaje, las ruinas de aquella pequeña aldea abandonada llamada Saumede. Muy, pero que muy diferente al paisaje urbano y al ambiente que siempre había conocido. Me resultó realmente atractivo. No paraba de sentir una sensación de espacio infinito y libertad, eso es lo que me aportó ese lugar.
Cuéntanos un poco más cuál sobre la historia detrás de Saumede, en A Bola y, ¿en qué punto se encuentra ahora mismo allí?
Bueno, es una pregunta difícil. Como digo se trata de un lugar muy especial para mí. El proyecto no es en absoluto sencillo, y son grandes amigos los que lo imaginaron siendo tan solo adolescentes. Un lugar rural idílico y público donde intercambiar y crear proyectos artísticos, eventos… En definitiva quisimos siempre traer más diversidad cultural.
En Saumede han sucedido cosas fantásticas y se han generado grandes sinergias. ¡Hermoso, pero humanamente muy complicado! A decir verdad no me ha quedado otra que ubicar ese proyecto fuera de todos estos «elementos esenciales» de los que estaba hablando hace menos de un minuto. Todavía necesito contribuir en un proyecto cultural en el campo, pero aún está en proceso…
¿Qué te animó a trasladarte definitivamente de Nantes a Ourense en 2011?
Decidí volver en el verano de ese mismo 2011, tenía planeado quedarme un año entero, así comprobar qué tal me sentía allí. En aquel entonces, justo después de mi magisterio en biología, estaba buscando una especie de sede en cualquier parte del mundo, un lugar al que pudiese llamar hogar y donde lograse experimentar con mis sueños basados en una forma de vida ética y sostenible.
Aprender a cultivar alimentos, construir una casa respetando el medio ambiente, intentar también ser lo más autosuficiente posible y, por supuesto, sentirme lo suficientemente bien como para hacer música como siempre había querido. Resulta que nunca antes encontré ni el momento ni el lugar o simplemente no acababa de sentirme a gusto a la hora de componer.
A pesar de la apariencia, me falta confianza en mí misma. Alejarme de un entorno más familiar, de todas las personas que conozco, fue una solución real para reinventarme. El proyecto de Saumede constaba en reconstruir el pueblo abandonado para erigir un centro cultural. Eso me pareció perfecto porque una de las principales cosas que extrañaba de la ciudad era la diversidad cultural, y ese es el objetivo de ese proyecto. Resultó que vine y luego jamás me fui.
El ADN de una artista y persona todoterreno
¿Te consideras una «artista polifacética»? ¿Cómo o cuándo empezaste a aprender y desarrollar tus múltiples habilidades…?
¿Polifacética? Sí, puede ser. No me gusta depender de la gente y tengo dificultades a la hora de pedir ayuda. Aunque sea mucho más feliz si colaboro con otras personas, pero si no hay nadie que me ayude, yo misma me pondré en faena, y lo haré lo mejor que pueda y los medios que disponga.
Realmente comencé a querer cantar cuando tenía 13 años. Era una gran fan de Mariah Carey, aprendí por mi cuenta escuchando sus álbumes ¡mis vecinos me odiaban! (risas). Después, ya en plena adolescencia, descubrí la música underground. Iba a raves, canté en bandas de punk, ska, metal y proyectos experimentales de electrónica. Siempre estuve llena de curiosidad y he estado allá donde mi corazón me guiase. Nunca aprendí forzada. Comencé a componer sola mi propia música y solo cuando pude, compré mi primera grabadora multipistas.
Luego, cuando tuve mi primera computadora (se suponía que era para mis estudios en la universidad) comencé a producir música electro-acústica con la banda Garage. Desarrollé mis habilidades poco a poco ensayando sin parar hasta acercarme a lo que quería.
He oído un par de veces compararte con la islandesa Björk ¿Qué piensas al respecto? ¿Quiénes serían sino tus mayores referentes artísticos?
Bueno, por supuesto que me siento honrada ya que la considero una de las artistas más importantes de la historia. Pasé por mi momento fuerte Björk, Radiohead y Sirgur Rós.
Por otro lado es algo que también me irrita, porque me siento atrapada en una caja, una caja que no es mía. Se ignora mi propia personalidad y eso provoca que me haya venido abajo en muchas ocasiones. El caso es que no puedo dejar de hacer música por eso, cuanta más cultura musical tenga una persona, menos me comparará con ella. Hará ese hueco para mí.
¿Crees que una persona nace con talento natural o es el talento una habilidad física adquirida y demostrada que se desarrolla a través del entrenamiento y la práctica? ¿Cómo sería tu caso?
Pregunta muy compleja. Creo que existen sensibilidades muy diferentes, creo en la epigenética también, pero hay que tener en cuenta muchos otros parámetros: la cultura, la educación, el estatus social, las experiencias de la propia vida y la manera en que cada uno las acomete emocional y psicológicamente. Entonces no lo puedo saber con exactitud.
Si bien con intención y práctica muchas cosas son posibles, en el tipo de mundo en el que vivimos, no todos tienen la oportunidad de desarrollar su “talento” o sensibilidad. Por mi parte, la música es una pasión heredada de mi familia, bueno no lo sé, eso dijo mi mamá. Vi en su momento tantas horas de MTV cuando era niña… pero creo que fue mi personalidad la que hizo de la música una necesidad, aunque nunca me sentí apoyada de esa manera, por mi clase social y educación.
Mi madre siempre me decía que escuchara mi corazón. Entonces tuve que irme.
MounQup y Su nuevo álbum ‘Aquelarre’
Hablemos de ‘Aquelarre’, tu nuevo disco que acaba de salir. Sé que es siempre difícil, ¿pero nos cuentas con palabras todo lo que quieras sobre él?
“Aquellarre” es mi exorcismo. Un álbum de purificación y empoderamiento. Considero que estoy atravesando por uno de los momentos más duros de mi vida, las cosas han sido harto difíciles en estos 3 últimos años.
Tuve que hacer cambios radicales en mi vida. Yendo a lo esencial: con mi hija, con la música, con (muy) pocos amigos y ensimismada en la naturaleza gallega. Quería que su esencia empapara el álbum, así que comencé a grabar los sonidos de los elementos que rodean mi casa aislada: las piedras, el agua de la tierra, el agua del cielo, el viento, los metales, la madera, el fuego. Luego los utilicé bien tal cual suenan, o procesados para crear ritmos o melodías. Como siempre intuitiva.
Cada canción tiene que ver con una parte de mi vida personal, con todo por lo que estoy pasando. Las dificultades que conlleva ser madre soltera inmigrante en el campo a la vez que intento vivir de mi música… A veces parece que exagero, no sé (risas)
Es «Aquelarre» en realidad una gran respuesta a un buen montón de auto-preguntas sobre tu propia vida existencial, fragilidad…
Así es, los momentos difíciles y los grandes cambios conllevan nuevos conocimientos, auto-raciocinios, se pierde la comodidad y toca aprender profunda e irreversiblemente. Hay fragilidad, sí, más bien diría más vulnerabilidad, que es diferente porque para mí está conectada con la resistencia.
Me considero una persona fuerte, y por las decisiones que tome asumiré toda la responsabilidad, no me convertiré en una víctima. Es un trabajo muy íntimo por eso.
¿Cuál sería la inspiración o historia tras las canciones «Advento» y «Floema»?
En “Advento” (advenimiento) el elemento principal es el viento. Introduce y deja clara mi intención, literalmente. El viento está aquí para despertarme y limpiar mis viejos patrones para que pueda revelarme, seguir mis necesidades.
En “Floema” (líber, un tejido vegetal) sin embargo, el elemento que manda es la madera. En mi opinión, los árboles son los seres más avanzados de la tierra: utilizan la luz solar como fuente de energía, colaboran entre sí mediante el uso de la red de micelio en el suelo. Reciclan sus desechos nutriendo ese micelio, y algunos de ellos están genéticamente programados para ser inmortales. Bueno, ¡el objetivo espiritual absoluto de cualquier hippie! (risas) Ah, y huelen además muy bien.
El floema es el tejido del sistema vascular de las plantas que aporta nutrientes a los órganos. Por lo que esta canción está dedicada a mis amigos, ellos me ayudan a atravesar estos momentos difíciles, yo digo habitualmente que son mi floema.
Definitivamente tu sonido está lleno de naturaleza. De elementos orgánicos puros como la madera, el agua… ¿Cómo le «pides» permiso a la naturaleza para luego hacerla tuya y componer con todo ese material tan inspirador? ¿algún ritual?
Incluso si hablo sola, o hablo con árboles, no le pido permiso a la naturaleza porque sé que los elementos no me denunciarán (risas). Solo me dedico a grabar los sonidos de mi vida cotidiana y no destruyo ni perturbo el entorno natural, así lo he hecho en la realización de mi álbum.
Siempre estoy agradecida de ser parte de ella cuando la miro, cuando camino a través de ella, cuando la huelo. Y no me culpo en absoluto por llevar estos sonidos a otro nivel con la experimentación electrónica, solo quiero que los resultados suenen bien para mí, en realidad todo este proceso me pareció, nunca mejor dicho, natural. Recojo frutos y los transformo, cocino.
Tengo entendido que la idea es presentar el disco con un directo multi-sensorial, ¿verdad? ¿Qué nos puedes contar al respecto, y quién más estará contigo sobre el escenario?
Sí, por primera vez, estoy colaborando con personas en un proyecto tan personal. Me siento muy afortunada por tener gente que confía en mí y está lista para seguirme en mi mundo. Personas que además aportan su propia creatividad y experiencia ¡Les estoy muy agradecida!
Cuento con un talentoso equipo para la escenografía e iluminación formado por Laura Iturralde, Beatriz de Vega y Violeta Martínez, creando texturas visuales y transformando atmósferas. Sobre el escenario actúo junto a Macarena Montesinos, increíble cellista, y Xaime Mateo, quien toca percusión fabricada con madera, acero, piedra y agua ¡me hacen sentir tan bien!
Mulleres galegas
¿Qué has aprendido sobre la lucha y fortaleza de la incansable mujer trabajadora gallega?
Al vivir allí, me doy cuenta del papel que tienen las mujeres en la Galicia rural. Hablan alto, trabajan duro, crían a los niños… son muy fuertes pero, por supuesto, no reciben ningún reconocimiento, ya que el patriarcado controla las mentes desde hace mucho tiempo, al igual que en la mayoría de los lugares del mundo. A veces, me identifico con ellas, para bien o para mal. Les veo un rol diferente al de las mujeres que conocí en el campo francés, donde me catalogaron como demasiado “masculina”, y en cierto modo, inquietante para los hombres.
Artista: MounQup
Trabajo: Aquelarre
Label: Molho
Fecha lanzamiento: noviembre 2021
Entrevista: Bruno Garca
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