A lo largo de una extensa y prolífica carrera, que ya enfila las cuatro décadas, Moby ha saltado sin cesar entre géneros y estilos de lo más diverso: del punk rock al ambient cristalino, del pop electrónico al acid house, del hardcore techno a la música coral.
Esta actitud camaleónica no siempre se ha traducido en buenas ventas o buena prensa, pero no es algo que preocupe demasiado a nuestro hombre: el éxito estratosférico de “Play”, su disco de 1999, le situó en ese selecto club de músicos que pueden hacer lo que quieran sin miedo a quedarse sin sello o sin recursos. Ahora añade un nuevo tachón a ese catálogo particular de estilos con “Reprise”, un disco grabado para el prestigioso sello Deutsche Grammphon, en el que revisita una docena de sus canciones más populares junto a una orquesta sinfónica.
Una carrera músical poco convencional
El germen de “Reprise” está en un concierto para orquesta dirigido por Gustavo Dudamel, que se celebró en Los Angeles hace cuatro años, y que incluyó adaptaciones de algunas canciones tuyas. ¿Cómo te embarcaste en un proyecto así, tan alejado de la música que sueles hacer?
A los veinte años era un punk rocker que intentaba ganarse la vida con la música, diez años después era un DJ que intentaba ganarse la vida con la música; he pasado toda mi vida haciendo música, y la he hecho de una manera independiente.
Nunca he firmado un contrato discográfico ni he tenido una carrera, al menos en un sentido convencional. Y esa libertad me ha permitido hacer lo que me apetecía en cada momento, aunque a veces me haya estrellado porque no era lo que se esperaba de mí. Y la verdad, una de las cosas más sorprendentes que le pueden pasar a un punk rocker es tocar con toda una orquesta o sacar un disco con Deutsche Grammofon.
¿Cómo se produjo el contacto con el sello?
Después del concierto vino una chica del sello a verme y me propuso llevar la idea más lejos. Por supuesto, dije que sí, no había discusión posible. He pasado mucho tiempo en tiendas de discos, como cliente o trabajando, y siempre veía los discos de Deutsche Grammofon como figuras totémicas.
El repertorio, las ediciones espectaculares, los músicos que grabaron para ellos, todo representaba un mundo fascinante, al que daba respeto asomarse. Da igual que en aquella época estuviera metido en el hardcore o el acid house, a veces no podía evitar llevarme alguno de esos discos a casa. Y casi nunca me han decepcionado.
En realidad, tu presencia tampoco es tan extraña: en los últimos años han abierto su catálogo a productores de música electrónica. Algunas apuestas parecían lógicas: Max Richter, Francesco Tristano o Jóhann Jóhannsson, pero otras, como las de Carl Craig, Moritz Von Oswald, Matthew Herbert o Ricardo Villalobos son más arriesgadas. ¿Crees que esta apertura se debe a que buscan ampliar su público natural?
No creo que esa sea su intención, en el pasado ya publicaron obras de Stockhausen o Pierre Boulez, cosas muy arriesgadas y progresivas para su época. La música electrónica siempre ha formado parte de sus intereses, que en el fondo son muy eclécticos y van mucho más allá de la música comercial. En ese sentido, mi disco no es el más extraño que han sacado, y ni siquiera tengo claro a qué tipo de público puede ir dirigido.
«La música debe crear emociones, si no está muerta»
¿Hubo algún tipo de condiciones a la hora de hacer el disco?
En absoluto. Me dejaron libertad absoluta para escoger el repertorio y a la gente con la que quería trabajar. Las conversaciones que tuve con ellos fueron siempre sobre música, sobre cómo crear un disco que fuera emotivo. La música debe crear emociones, si no está muerta.
De algún modo, “Reprise” parece un grandes éxitos encubierto: la mayoría de las canciones son de discos que grabaste hace al menos veinte años. ¿Por qué escogiste precisamente esas?
En el disco hay dos tipos de canciones: aquellas que pensaba que el público querría escuchar en una versión orquestal, y aquellas que yo mismo quería escuchar tocadas por una orquesta.
Es un equilibrio complicado, porque mis intereses y los del público no siempre coinciden, y tampoco quería entregar al sello un disco muy difícil de vender. Como tú dices, se corría el riesgo de que pareciera un grandes éxitos, pero creo que al final ha quedado algo bastante proporcionado.
En ese sentido, me parece interesante que algunas de las versiones sean muy parecidas a las canciones originales, mientras que otras están completamente transformadas. ¿Tiene algo que ver con los colaboradores que has escogido?
Mi intención en todos los casos era crear algo cargado de emociones, que tuviera significado para mí a un nivel emocional. Quiero decir que solo pensaba en esos términos, en emociones y sentimientos, y no en cuál sería la mejor manera de deconstruir cada canción.
Una orquesta puede ser todo lo que quieras: puede ser grande, enorme, cuando toca algo de Wagner, pero también tranquila y reposada cuando interpreta algo de Debussy. Y a mí me interesaba explorar todas las posibilidades que me brindaba la orquesta, no utilizarla de una manera unidimensional. A veces ser muy dramático o bombástico, y otras veces nostálgico y sensible.
Un canal para sus ideas
Entonces, ¿has escrito tú las orquestaciones?
Las he hecho yo todas, pero utilizando un orquestador, un programa que me permitía traducir las ideas que tenía en la cabeza al formato de una orquesta. Siempre me he considerado un punk, así que entre mis intereses no estaba formarme dentro de la teoría musical. Con este programa podía trabajar de una manera parecida a como lo hago de manera habitual en mi estudio. Ha sido mucho más laborioso y complicado, pero al final he conseguido sacarlo adelante.
¿Y cuál ha sido el papel de todos esos arreglistas que aparecen en los créditos?
Como te he dicho, no tengo conocimientos de teoría musical, no sé cómo hay que hablarle a una orquesta, o cómo se manejan tantos músicos a la vez. Estas personas eran el canal a través del que mis ideas podían llegar a plasmarse en un disco.
En “Reprise” también colaboran muchos cantantes. Alguno, como Mark Lanegan, ya había participado en la versión original de “The lonely night”, pero en otros casos se trata de invitados nuevos. ¿Querías darle otro aire a determinadas canciones, aprovechando que los arreglos y el ambiente eran distintos?
En un mundo perfecto, no tendría la necesidad de colaborar con otros cantantes. Pero la realidad es que no tengo una buena voz. Es suficiente para la mayoría de las cosas que hago en casa, pero ni tiene un rango amplio ni está bien educada; puedo ser un punk, pero también me doy cuenta de esas limitaciones. Así que decidí buscar a otros cantantes que pudieran aportar humanidad a las canciones, que fueran capaces de llegar donde yo no puedo.
En algunos casos fue complicado transmitir lo que estaba buscando, pero en otros salió todo con mucha naturalidad. Por ejemplo, en la canción que comentas, cuando grabamos la versión original Lanegan y yo hablamos de lo bien que habría quedado cantada por Kris Kristofferson, y en esta ocasión hemos conseguido que se uniera a nosotros.
Un homenaje a David Bowie
El disco incluye también una versión muy particular de “Heroes”, de David Bowie. Tengo entendido que erais muy amigos.
La primera vez que cobré un sueldo, cuando todavía era adolescente, lo utilicé para comprar dos discos de David Bowie. Es mi músico favorito de todos los tiempos, y también tuve la suerte de conocerlo. En 1999 nos encontramos por la calle y se acercó a saludarme. Fue un momento increíble: parado en mitad de la calle con mi músico favorito. Después nos hicimos amigos, vivíamos muy cerca y nos veíamos muy a menudo, fuimos juntos de gira, también de vacaciones…
O sea, que se trata de un homenaje a tu amigo desparecido.
Hubo un momento muy especial en mi apartamento. Se acercó un día a verme y estuvimos tomando café, luego cogió una guitarra acústica y estuvimos tocando un rato, hasta que de repente se puso a cantar “Heroes”.
¡Mi músico favorito tocando en mi salón una de mis canciones favoritas! No se nos pasó por la cabeza grabar todo aquello, así que mi versión es un homenaje a un amigo, pero también un intento por recrear aquel momento tan especial.
¿Por eso escogiste ese tono tan íntimo y desnudo? La verdad es que sorprende dentro del contexto del disco.
En parte fue por eso, por intentar recrear la escena de la manera más fiel posible. Pero por otro lado, la versión original de “Heroes”, la que grabaron David y Brian Eno, es simplemente perfecta, no existe ninguna manera de mejorarla. Ninguna. Así que decidí cambiarla por completo, alejarme todo lo posible de esa versión, para que quedara claro que no quería competir con ella. Sin baterías, sin guitarras eléctricas, sin sintetizadores. Creo que la voz de Mindy Jones, además, le sienta especialmente bien.
Moby doc, un paseo por su vida
A la vez que el disco, has estrenado un documental acerca de tu vida, “Moby doc”. ¿Cuál fue tu relación con el director, Rob Gordon Bralver? ¿Se trata también de una figura que has utilizado para canalizar tus ideas en el mundo del cine?
La película la ha hecho él, obviamente, y además ha hecho un gran trabajo. Pero gran parte de lo que sale en ella es una colaboración entre los dos. Trabajamos mucho para buscar nuevas perspectivas desde la que contar una historia, sobre todo para evitar el uso de material de archivo, que es algo muy habitual en los documentales de música. Queríamos contar mi vida, pero sin recurrir a soluciones convencionales, y por eso inventamos muchas situaciones y escenas diferentes: conversaciones ficticias con doctores y psiquiatras, marionetas, animaciones, muchos disfraces.
No he podido verlo todavía, pero por lo visto aparecen un montón de músicos y estrellas como David Lynch.
Es el auténtico protagonista del documental, el narrador de todo lo que sucede en la película. Lo escogí precisamente porque él también encarna de algún modo un personaje. Lo conozco desde hace quince años: hemos trabajado muchas veces en eventos benéficos, incluso pasé unas navidades en su casa. Y lo más sorprendente es que se trata de una persona adorable, muy humana y sensible. Todo el mundo tiene esa idea de que es un tipo oscuro y misterioso, pero en realidad eso es solo una proyección, un personaje que interpreta frente al mundo.
Además del documental, en los últimos años has publicado dos volúmenes autobiográficos ¿Has llegado a ese momento en el que necesitas echar la vista atrás y analizar tu vida?
No creo que necesite saber quién soy, y tampoco que tenga que arrepentirme de mi pasado. Todos los seres humanos tenemos dudas, pensamos que ciertas elecciones podrían haber sido mejores o que algunas veces hemos sido muy estúpidos. Pero esas cuestiones influyen en tu manera de ver el mundo, moldean a la persona en la que llegas a convertirte. Y yo sinceramente, últimamente me siento muy contento conmigo mismo.
En ese sentido, tanto los libros como el documental son un intento por compartir mi vida, por explicar las cosas buenas y las malas: cuando me convertí en un alcohólico y adicto a las drogas, o todas las veces que he dañado a personas cercanas. Mi intención era ayudar a la gente a través de mis experiencias, para que intenten evitar caer en los mismos errores que yo.
En ese sentido es interesante cómo ha cambiado tu relación con el éxito. En los últimos años has publicado discos que no tienen una clara vocación comercial. Discos muy distintos entre sí, que parecen responder más a estímulos personales que a satisfacer a un público que, tal vez, ya no existe.
Tener éxito comercial es algo fantástico, pero también puede ser muy frustrante. Pasé mucho tiempo intentando repetir el éxito de “Play”, y eso significó sacrificar muchas cosas importantes. Ahora hago música porque me gusta, por el puro placer de hacerla, y como me interesan tantas cosas, desde el folk hasta el punk o la guitarra clásica, cada día pruebo algo diferente. Algunas cosas terminan en un disco y otras se quedan en el disco duro. Lo que tengo claro es que no necesito comprometerme, mi futuro no depende de si los discos se venden bien o mal.
Moby, músico y activista
Además de por la música, se te conoce por tu activismo político, sobre todo en defensa de los animales. En los últimos años, sin embargo, te has concentrado en luchar contra Donald Trump. Ahora que tenéis un nuevo presidente, ¿cómo ves la situación en Estados Unidos?
Creo que Joe Biden está haciendo un buen trabajo, aunque todavía lleva poco tiempo y es difícil de juzgar. Además, lo tenía muy fácil porque Trump es el peor presidente que hemos tenido en toda la historia. Es responsable de haber manejado los medios del gobierno y las redes sociales para enviar grandes cantidades de desinformación, para mentir descaradamente y atacar las libertades de la gente.
Además, su legado permanece de algún modo, porque el país está más dividido que nunca, y se han creando grandes cantidades de odio y de frustración que no se sabe muy bien cómo van a explotar. Y está también el problema de las redes sociales, del algoritmo que las controla, que está pensado para hacer ganar dinero a las empresas, aunque eso suponga poner en peligro a la gente. Es un auténtico drama, del que solo ahora se empieza a debatir en serio. No sé cuál es la solución, pero tenemos que hacer algo antes de que sea más tarde.
Entrevista: Vidal Romero
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