En poco más de tres años, el productor inglés Man Power ha pasado de ser un completo desconocido (en el sentido más literal del término: es uno de esos artistas a los que les gusta trabajar desde el anonimato) a convertirse en uno de los artistas con mayor proyección dentro de la escena electrónica. La clave está en su manera de enfocar la producción, con temas largos y sinuosos, de aire cinemático e intención hipnótica, que se adaptan sin ningún tipo de problema a cualquier pista de baile.
Cuenta Geoff Kirkwood (que así se llama nuestro hombre), que sus recuerdos de la infancia ya están teñidos con el color de la música de baile. “Mi madre es solo diecinueve años mayor que yo”, explica, “y estuvo involucrada en la primera generación de la escena del acid house, así que la música electrónica es algo que ha estado a mi alrededor desde que era muy pequeño. Recuerdo a su novio de aquella época realizando una gran ceremonia para ponerme el Pacific State de 808 State en el equipo de casa, justo después de comprar el disco. Me explicó que aquello era música house, y que se trataba del futuro”. Un futuro que él vería de primera mano, ya que Newcastle, la ciudad en la que creció, siempre ha sido como “un tesoro oculto en el mapa de la música electrónica. La ciudad posee una tradición muy importante en ese sentido (similar a la que puede tener Valencia en España, por ejemplo), que incluye el segundo club de house más antiguo del mundo, el Shinding. Así que crecer aquí me permitió ver con cierta regularidad a los mejores DJs de cada momento y relacionarme con un talento local que está a la altura de los mejores. Siempre han sucedido cosas interesantes en Newcastle, lo único que pasa es que la gente está tan ocupada en pasarlo bien que no tiene tiempo para contar la buena nueva a los de fuera”.
Tus dos primeros EPs, Kiloton (14) y Flacid Trax (14), mostraron el que ha terminado por convertirse en tu sonido particular de una manera perfecta: líneas de bajo gomosas, cortinas de filtros ácidos, breakbeats inspirados en los noventa, pianos de house de Chicago y efectos de sonido luminosos. Elementos que encajan entre sí para formar un groove hipnótico. ¿Cómo realizas tus producciones? ¿Sueles trabajar alrededor de elementos simples, improvisando por encima, o tienes todo el tema en la cabeza antes de empezar? Todo consiste en hacer ruido y esperar a que suceda algo interesante. Nunca he sido capaz de escribir un tema a partir de un plan predeterminado, no es la manera en la que funciona mi cerebro. Así que exprimo todos los recursos que tengo a mi alcance en cada momento y voy probando cosas hasta que escucho algo que me parece convincente. Habitualmente esa primera idea influye en todo lo que viene a continuación, y me pasa a menudo que una sola pista puede crecer y multiplicarse, hasta convertirse en la base de otras diez pistas más.
En esa primera época decidiste permanecer en el anonimato, lo cual llevó a pensar a algunos periodistas que podías ser un alias de artistas como John Talabot o Tim Sweeney. ¿Cuál era la razón para todo ese misterio? Creo que la gente tiende a dar demasiada importancia al contexto a la hora de formar sus gustos musicales, que se hace antes fan del artista que de su obra. Así que la decisión de quedarme entre las sombras era una manera de jugar con este tipo de percepciones. Fue divertido al principio, pero llegó un momento en el que comenzó a resultar demasiado forzado y decidí ponerle fin.
En referencias posteriores tus temas evolucionaron hacia un tipo de sonido más minimalista (en el sentido de que había menos elementos, pero con mucho más peso), más interesado en la construcción de un groove que va desarrollándose lentamente. ¿A qué se debió este cambio? No parece la decisión más obvia cuando estás intentando hacerte un nombre como DJ. Es importante tener en cuenta que mi música no se publica necesariamente en el mismo orden en el que produzco. Algunas veces hago cosas que pueden sonar más minimalistas, otras veces son más complicadas, y también puede ser que estén a medio camino de esas dos opciones. Así que probablemente fue coincidencia que varios EPs con un sonido más minimalista aparecieran unos detrás de otros. En cuanto a mi relación con las pistas de baile, me fascinan todas las cosas que pueden suceder en ellas, así que intento no limitarme a un único tipo de enfoque. Eso podría llegar a resultar frustrante.
En ese sentido, tu disco de debut parece grabado de una manera completamente distinta a los EPs. Me gusta la manera en la que los temas van sucediéndose, intentando establecer una narrativa interna. Me gustan también todos los interludios que sirven de puente entre esos “capítulos”, o el hecho de que las canciones sean más cortas y concentradas ¿Estabas trabajando alrededor de alguna idea o concepto global? El disco es naíf de una manera deliberada. Cuando comencé a trabajar en él me puse a pensar en los álbumes de música electrónica que me habían gustado desde siempre, y la mayoría están grabados a finales de los setenta o principios de los ochenta, en una época en la que todavía no estaba definida la estética maquinista del género. Así que intenté reflejar de algún modo esa idea de novedad, de estar realizando algo que resultaba pionero.
El disco salió en Correspondant, lo cual te convierte en el único artista que ha publicado un álbum en la historia del sello. ¿Cuál es tu relación con Jennifer Cardini? Jennifer es directamente responsable de mi éxito, y me encanta poder decir que nos hemos hecho muy amigos con el paso del tiempo. Y lo mejor es que nos conocimos simplemente porque le mandé algunos de mis temas.
Como sucede con muchos de los artistas en el sello, tu música es difícil de categorizar. ¿Cómo se traduce ese eclecticismo a la hora de pinchar? ¿Qué tipo de cosas podemos escuchar en una de tus sesiones? Me gusta la música, me gustan muchos tipos de música, y no soporto a la gente que tiende a limitarse a sí misma alrededor de un canal reducido de estilos o sonidos. En ese sentido, mis sesiones reflejan mis gustos, lo que puede llevarme a veces a lugares extraños.
Tus primeros EPs se publicaron como parte de una banda llamada Last Waltz, que tiene algunos puntos en común con tus producciones en solitario (el sentido motórico de los ritmos, el uso extensivo de recursos ácidos), pero que al mismo tiempo resulta mucho más ambiental. ¿Existe todavía este proyecto? En Last Waltz hacía música junto a mis dos mejores amigos, así que es normal que notes mi influencia, aunque esté mezclada con sus ideas. Hace poco tomamos la decisión de que el proyecto continuara sin mí, porque ahora mismo mi agenda es demasiado complicada como para encerrarme a trabajar en un estudio, pero sigo colaborando con ellos en la medida de mis posibilidades. Después del verano aparecerá un EP en ESP Institute como Man Power & Last Waltz, pero en la práctica ya existen como una entidad completamente autónoma. También se trata de mis dos DJs favoritos, así que aparecerán en muchos de los showcases del sello a lo largo del año.
Te refieres al sello que has creado hace poco, Me Me Me. Con apenas cinco referencias, ya se ha convertido en una de las plataformas jóvenes más interesantes dentro de la escena electrónica, sobre todo porque, aunque todas las cosas que has publicado tenían enfoques distintos de la música de baile, también mantenían una cierta sensación de unidad, una especie de identidad propia. ¿Cuál es tu idea alrededor del sello? Me he dado cuenta hace tiempo de que los estilos musicales ya no tienen sentido para las generaciones más jóvenes. Antes, te hacías seguidor del house, del hip hop o del jazz porque era el tipo de música que sonaba en los clubes a los que ibas y que se vendía en las tiendas en las que comprabas tus discos. Pero ahora que internet permite el acceso instantáneo a cualquier sonido imaginable, la gente ha dejado de centrarse en determinados tipos de música, y ha comenzado a hacerse seguidora de aquel DJ que se acerca a sus gustos particulares, que suelen ser bastante amplios. Así que los DJs se han convertido en nuevos géneros en sí mismos y, en ese sentido, Me Me Me es la representación del sonido propio que tiene Man Power. Esta idea se verá con más claridad a lo largo de este año, en el que iremos ampliando aún más el abanico de estilos para incluir rock orgánico y ralentizado, italo, techno martilleante, house dulce, disco y muchas otras cosas difíciles de categorizar. Gente como Andrew Weatherall, Cosmin TRG, Discodromo, Rex The Dog o Dauwd aportarán temas y remezclas, junto a talentos nuevos de los que posiblemente no hayas oído hablar todavía. Me planteo el sello con tanta libertad que sería posible publicar al mismo tiempo un disco de blues clásico y un EP de techno experimental.
Para terminar, y aparte del EP de Last Waltz del que hemos hablado antes, ¿qué más cosas tienes previstas para el futuro próximo? Tengo terminado otro EP para Optimo que se publicará en agosto, estoy trabajando en un maxi para Futureboogie que verá la luz antes de que acabe el año, y también tengo un proyecto nuevo entre manos, Tropical Bastard, que se estrenará en julio con un EP en Not An Animal Records. Y espero encontrar tiempo para grabar algunos temas propios en Me Me Me, aunque la agenda del sello está tan repleta de cosas interesantes que va a resultar difícil que publique música en mi propio sello.
Entrevista: Vidal Romero
Foto: Garrod Kirkwood
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