Es innegable -de hecho un placer pensarlo- que el vinilo está viviendo una segunda juventud. Un repunte que hasta a la denominada ‘Generación Y’ que solo tenía ojos para lo digital y tal, comienza a no dejar indiferente. Digo más, y es que tampoco se trata de un cuelgue, los más más fieles y enfermizos a favor de este formato físico para oír música jamás lo dejaron de lado. Voy al turrón. El que bien se hubiese zampado el chavalote sonriente con gafas de sol del cover -foto sacada de un stock del Fat Peoples Festival de Danville en 1983- del celebrado LP que nos atañe. Uno que se acaba de reeditar ahora en marzo y que cumple con todos los requisitos para ser un clásico de la música de baile y el despiporre… You’ve Come a Long Way Baby del incombustible músico y DJ británico Fatboy Slim.
Han pasado la friolera de 20 años desde que Skint editase en 1998 un disco que ya en su día sumó más de 50 versiones distintas según el país (Japón, Brasil, Europa, Arabia Saudí, Sudáfrica, Tailandia, etc.) Y es ahora, en 2018 cuando la hazaña vuelve a repetirse gracias a BMG. Toda una oda al big beat de masas repleta de clasicazos como Right Here, Right Now, Soul Surfing, Fucking In Heaven, Praise You (enteraos bien de una vez, que no, que este tema no es de Moby) o por supuesto el irreverente The Rockafeller Skank, que renacen en una edición de lujo contenida nada más y nada menos que en una ‘hermosa’ caja de pizza. Dos acetatos que amamos y que sudamos bailando hasta la saciedad ocultos en esa caja de cartón que los más avispados pueden pillar inclusive en una edición limitada (Meal Deal) junto a ilustraciones y la camiseta que portaba como pocos el ‘cachalote’ de la portada original. Eso sí, ahora rezando lo siguiente I’m #20 So Why Try Harder.
Da la casualidad que este You’ve Come a Long Way Baby, que por cierto, y todo hay que decirlo, se cimentó en el estudio casero de Fatboy Slim en Brighton con un Atari ST, el software Creator y un mogollón de disquetes hechos polvo, ha sido una de esas armas implacables que más pinché en todo garito y festival que se precisase a finales de los 90. La guinda perfecta a media década de sesiones donde aposté como un loco por esa refriega de 12” y LPs plagados de ritmos gordos y electrónica radioactiva que bebía de estilos como el rap, el ragga / dub, y sobretodo el rock. Ya lo gocé como un enano años antes con el propio Norman Cook y aquel impresionante Better Living Through Chemistry (Skint, 1996). Una mini-armada invencible de discos muy exprimidos por este menda junto a otros bicharracos como el Out Loud de Boom Boom Satellites, An Instinct for Detection de Lionrock, Exit Planet Dust de The Chemical Brothers, Vegas de The Crystal Mehod, o el mismísimo We Rock Hard publicado aquel glorioso 1998 obra de Freestylers.
Menuda panda, y menudos años gocé gracias a todos ellos (y muchísimos más). Tanto que de verdad, algunos de estos vinilos, de tanto pincharlos acabaron como Mortadelo al final de una tira de Francisco Ibáñez. Uno de los que más, el que precisamente te puedes imaginar… Así que ya me tenéis esperando en casa a que el ‘pizzero’ llame al timbre de mi puerta.
Texto: Bruno Garca
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