Juan Carlos Paz es un ilustrador, director artístico y escultor más conocido como BAKEA. Desde 2010 ha estado desarrollando un género propio que le ha valido el reconocimiento nacional: sus encantadores monstruos digitales son una mezcla de fotografía e ilustración. Dejó el mundo de la publicidad, para dar vida a todos los habitantes de su imaginario surrealista repleto de cosas abrazables y, como él mismo dice, “Mi cerebro es un planeta con flora y fauna propia. La idea es crear un animalario que explique cómo son y cómo se relacionan las especies que habitan en él”. BAKEA ha colaborando en proyectos artísticos tan interesantes como The Monster Project o los cuadernos Arty de Imborrable, además de haber participado en muestras como White Noise exhibition en La Casa Encendida de Madrid.
¿Si te nombro a Tim Biskup, Gary Baseman y Futurama? Son grandes referentes para mí, además de Mark Ryden, Wes Anderson y Los Planetas, ¡entre muchos otros!
Vemos artistas como Parra, para quien la importancia del uso del color en su obra es crucial. ¿Cómo definirías tu pantone? En casi todos los artículos que he leído en Internet sobre mi trabajo lo suelen definir como una paleta de colores pastel. Yo no sé muy bien cómo definirla… Cada foto intervenida me pide un tratamiento diferente. De hecho, yo diría que la forma en que afecta la luz a los colores es de lo más característico de mi obra.
¿Tus bondadosas y monstruosas criaturas son un especie de álter ego o por lo contrario tú eres el suyo? Son parte de mí. El proyecto Bakelanasland surgió en 2010 tras una etapa de mi vida bastante jodida. Llevaba meses un poco deprimido y decidí viajar al interior de mi cabeza para buscar cosas ‘bonitas’ que me diesen alegría. Empecé a documentar la fauna que vive dentro de mi cabeza. Creé una historia entre ellos y un personaje perdido, que era como yo me sentía en ese momento. Seis años después llevo más de cien especies documentadas a las que les debo todo.
¿Qué supuso para ti paticipar en la exposición White Noise, de Pictoplasma, que tuvo lugar hace unos años en La Casa Encendida? ¡Pues lo más grande! [risas]. Para mí Pictoplasma era el referente. Cuando empecé a ilustrar recuerdo que decía que me lo iba a currar para llegar a estar allí en dos años, y ya me parecía una meta muy difícil de alcanzar. Pero, sin embargo, gracias a las redes, ¡me llamaron a los cinco meses! Un sueño compartir expo con Biskup, Grand Chamaco, Raymond Lemstra…
¿Se puede vivir de la ilustración? Creo que se puede vivir de ello y que cada vez más gente lo hace. Pero también creo que en España aún existe ese rollo de: “¿Te pagan por hacer muñequitos?”. Y no me refiero a la gente de la calle, sino a clientes que te tratan como si no tuviese mucho valor lo que haces. En el extranjero se valora mucho más.
Ilustrador, director de arte, escultor… ¿Hay alguna de estas facetas que esté por encima de otra? ¡Creo que todo me viene grande!, pero sin duda lo que más me gusta es ilustrar.
¿En qué proyectos estás metido ahora mismo? A nivel personal me encantaría terminar de darle forma a la historia de Bakelanasland. En proyectos más comerciales, estoy trabajando en una historia en realidad virtual que saldrá a mediados de año.
Háblanos del proyecto que has realizado para el festival Santander Music 2017. ¡Es genial! Me encanta la música, y que te llamen para este tipo de proyectos es un gustazo. Además los del Santander Music son gente maja de verdad, y eso hace que los trabajos sean mucho más fáciles.
¿Qué música suena en el estudio de Bakea? Escucho mucho de todo. Según como me levante puede sonar Beirut, Jacob do Bandolim, Los Planetas, Grupo de Expertos, Muse, Chet Baker, Kavinsky, Die Antwoord… Y, por supuesto, Sangre, que es el grupo de mi mujer.
Has desarrollado un género propio que te ha hecho ser reconocido, y que tu trabajo sea identificado rápidamente. Para mí el encontrar un estilo propio fue muy importante desde el principio. Cuando empiezas es inevitable tirar de referencias obvias para practicar y descubrir estilos y técnicas. Pero si te quieres dedicar a esto, hay que meter todas esas referencias en una coctelera mental y sacar tu propia versión. Voy a parecer un poco yayo diciendo esto, pero creo que hoy en día a mucha gente la búsqueda del estilo les importa mucho menos de lo que debería. Cogen cosas que funcionan y las fusilan directamente, sin pensar en el trabajo que cuesta llegar a eso.
¿Cuál fue el primer trabajo en el que pudiste introducir a tus característicos ‘monstruos’? Me acuerdo perfectamente: fue un envío de Movistar. Era una pieza menor y a todo el mundo le daba un poco igual cómo quedara, así que empecé a meter bichos como un loco, ¡y quedó genial!
Tus trabajos tienen un aire más simpático que monstruoso, ¿nunca se te pasa por la cabeza radicalizar a tus simpáticos personajes en una versión realmente oscura? Como te contaba antes, yo mismo, a veces, soy bastante oscuro, así que prefiero plasmar las cosas agradables que hay dentro de mi cabeza. Aunque no te voy a negar que a veces me salen bocetos que probablemente harían llorar a muchos niños.
Pasaste de director de arte en agencias de publicidad a ilustrador freelance. ¿Qué te hizo dar el paso y abandonar el trabajar en agencias? Supongo que me di cuenta de que la imagen que se tiene de la creatividad publicitaria cuando estás fuera no es del todo real. A mí me encanta trabajar horas y horas, pero también me gusta tener un poco de esa libertad que debería ir asociada a la creatividad, y en publicidad eso no pasa.
¿Como se plantea Bakea lo rápido que avanza la era digital? Me siento muy cómodo en lo digital pero me encanta bichear con otros formatos. Ahora estoy dando clases de pintura e intentando aprender un poco de 3D. Creo que lo mejor es no parar de aprender nunca; si no, para mí, todo se convierte en algo monótono y aburrido.
¿Consejos para nuevas generaciones que sueñan con dedicarse profesionalmente al mundo de la ilustración? Que le den duro. Que no es fácil, pero se puede y, sobre todo, que intenten crear un estilo propio que los diferencie.
Entrevista: Tactelgraphics
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