La belleza de la fotografía analógica se aprecia mucho más en esta era digital, cuando todo lo que vemos es a través de las pantallas de nuestros dispositivos móviles. La artesanía del grano, la añoranza del papel, el romanticismo de poseer una imagen en formato físico para hacer de ese momento capturado un recuerdo aún más especial. Todo esto es lo que trabaja el fotógrafo norteamericano Bryan Liston a través de sus series, que se centran en el desnudo y su naturalidad, una naturalidad bautizada como pecado y vestida de vergüenza, lujuria e indecencia durante siglos por la doble moralidad de las religiones y los fanatismos. Liston captura la naturalidad de los cuerpos desnudos o semidesnudos en total libertad, ya sea en contacto con la naturaleza o sumidos en las rutinas que encierra la vida de casa. Instantáneas rápidas, espontáneas, como recogidas a través de un pestañear de ojos, y casi siempre en blanco y negro, para darles un sabor onírico, romantico y fascinante. Los desnudos en 35mm de Liston me hacen recordar con añoranza el contacto del agua y la espuma de mar con mi cuerpo en esas noches cálidas de verano en las que sobraba todo y así, sin nada, corríamos hasta la orilla para sumergirnos en la inmensidad templada del Mediterráneo. Qué maravilla poder vivir sin lastres morales, qué maravilla sentir el cuerpo sin las ataduras de una vergüenza heredada que habrá que aprender a desaprender.
Texto: Rosario Muñoz
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