Imposible que fuese de otro modo. Desde OCIMAG nos sumamos a la difusión de «El Último Concierto», la preocupante proclama que las salas de todo el estado se han visto obligadas a lanzar tras la insostenible situación de supervivencia por la que están pasando desde que estalló la dichosa pandemia. Y es que sin ayudas no podrán seguir adelante.
¿Será el próximo miércoles 18 de noviembre el día en que se celebre El Último Concierto de enclaves tan emblemáticos como Razzmatazz, Apolo o LAUT?.
En esta fecha nos emplazan a las 20:00h a un concierto en streaming para acabar de concienciarnos a todos. No es un juego ni una broma. No queremos escribir la próxima vez una esquela alrededor de la música en directo. Nos negamos rotundamente.
El Último Concierto: al borde del precipicio
A nadie le debe suponer ya una sorpresa. El sector cultural de nuestro país, más concretamente el de los actos presenciales, donde por supuesto la música que se disfruta en directo es de vital importancia, están muy tocados.
La incertidumbre que nos invade no hace más que hacer mella en un sector que debemos tachar de responsable. Sino no estarían pasando por todo esto.
Desde que existen las salas de concierto en nuestro país, jamás antes habían experimentado una situación tan crítica como ahora. Puñetero 2020.
Hace cerca de ocho meses que prácticamente el 100% de las salas permanecen cerradas debido a la crisis sanitaria en la que estamos todos inmersos, y que algún alma de cántaro aún se atreve a negar. Durante lo que va de año se han cancelado cerca de 25.000 conciertos. Una triste realidad.
De seguir todo tal como está, y hasta finales de año, las pérdidas que se prevén acumularán las salas de conciertos sumarán cerca de 120 millones de euros. ¿Cómo se podrá seguir haciendo frente a multitud de gastos fijos y encima sin ingresos o con insuficientes ayudas paliativas por parte de las administraciones públicas? ¿O sin tener una actividad mínima? (manteniendo por supuesto todos los protocolos de seguridad). No hay que ser el matemático John Nash para sacar conclusiones. Sencillamente no se puede.
Así pues, el tiempo apremia
Las administraciones deben expresar y luego cumplir sus ganas de dialogar con el sector afectado y herido de muerte. Auxilio para paliar la situación. Algo hasta ahora casi inexistente.
Y este plan de rescate, o como mínimo de hibernación de gastos fijos no puede esperar más. Hay al menos –y que se sepa oficialmente a día de hoy- 15 salas que ya cerraron sus puertas en nuestro país.
“Un país sin cultura es un país sin futuro” que decía el escritor Antonio Gómez Rufo. Obviamente cuando hablamos de salas de conciertos, estamos mencionando el trabajo tanto técnico como artístico de músicos, bandas, DJ, técnicos de sonido, responsables y asistentes de sala; de contratación, comunicación y prensa; diseñadores y empresas de cartelería; personal de seguridad; distribuidores de bebidas… y un largo etcétera, puesto que la lista es casi infinita. El tiempo se acaba para todos.
Un derecho y un servicio esencial para la ciudadanía
El ocio y la cultura siempre han sido nuestras vías de escape más deseadas. Ir a una sala a bailar, a cantar, a disfrutar mientras nos evadimos de la gris realidad es una potencial necesidad.
Un derecho y un servicio esencial sin el que –y lo digo muy en serio- estaríamos mucho más chalados e irascibles. La música maneja nuestro estrés. Además, como expresión cultural, es capaz de ayudar a forjar nuestra propia identidad.
Fondos de inversión buitre
Esto también debe saberse. La situación de crisis general y la precariedad económica en la que ya se encuentran muchas salas, está haciendo aflorar ofertas de fondos de inversión buitre dispuestos a comprar licencias a bajo precio con una clara intención de especular y generar otro tipo de actividades.
Actividades mucho más rentables que la música en vivo y la programación artística. Hecho que puede contribuir a dejar el territorio sin algunos espacios culturales esenciales para el nacimiento y la evolución de la carrera de los artistas locales.
Citando textualmente el tramo final del manifiesto “es absolutamente necesario que se establezcan unas medidas de hibernación de los gastos y un sistema de compensaciones económicas proporcionales al grado de afectación que el sector está sufriendo desde hace 8 meses, de manera que ayuden a las salas a poder sobrevivir sin actividad mientras duren las restricciones, de la misma forma que es imprescindible que se equipare la actividad de las salas de conciertos a las del resto de equipamientos culturales como cines y teatros para que cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan, puedan abrir cumpliendo con las mismas medidas sanitarias que establecen los protocolos de las artes escénicas.”
Los implicados en El Último Concierto
Multitud de salas implicadas: Razzmatazz, Apolo, Bars, Salamandra, Music Hall, Moby Dick, Marula Café, Siroco, Galileo Galilei, Sidecar, El Sol, Luz de Gas o LAUT, entre muchas otras.
La plataforma la forman asociaciones de Andalucía, Castilla La Mancha y Castilla y León, Galicia, Ceuta, Comunitat Valenciana, Murcia, Aragón, Euskal Herria, Madrid y Catalunya. Ejerciendo de pegamento al amparo estatal está ACCES (Asociación Cultural Coordinadora Estatal de Salas privadas de Música en directo). Puedes ver el listado completo de implicados en www.elultimoconcierto.com/salas
Entre los artistas que participarán el 18 de noviembre en el streaming online: Dorian, Cora Novoa, BeGun, Los Punsetes, Carolina Durante, Ángel Molina, Amable, El último vecino, Kokoschca o Fuego Squad. Esperamos que este día no sea El último Concierto.
Texto: Bruno Garca
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