Aunque muchos le siguen recordando por Gazebo, uno de los mejores temas que Border Community llegó a publicar en su época dorada (entre 2004 y 2008, para ser precisos), hace ya tiempo que Fairmont anda en otras cosas (aún) más interesantes y evolucionadas. Esto es, produciendo música que por un lado potencia los aspectos atmosféricos y meditativos, y que por otro lado asalta las pistas de baile de manera mucho más directa y musculosa de lo que solía ser habitual en él. Un equilibrio inestable, cuya mejor formalización hasta la fecha se ha producido en su último EP, el estupendo Carthage (My Favorite Robot, 16), y que le ha llevado incluso a modificar su equipo, para multiplicar también su efectividad en directo.
“Crecí en Parkdale, un vecindario cercano al centro de Toronto. Era un sitio interesante para crecer por la mezcla de personas que había: familias como la mía, de clase trabajadora, junto a inmigrantes, traficantes de drogas y prostitutas. Puede sonar como algo peligroso pero no lo era, siempre me resultó seguro y relajado. Ahora se ha convertido en un barrio caro, así que la mayoría de la gente pobre se ha marchado, es un poco como el Brooklyn de Toronto. Es mi barrio y todavía me gusta, pero echo de menos esa mezcla. Creo que todo el mundo debería acostumbrarse a vivir rodeado de personas que no son exactamente como ellos, debería experimentar la vida en distintos ambientes, emigrar y conocer otras comunidades”. Jake Fairley, el tipo que se hace llamar Fairmont, sabe bien de lo que habla, ya que siempre tuvo claro que si quería dedicarse a la música tenía que abandonar su país natal.
“En Canadá existió una escena electrónica en los años noventa”, explica. “En Toronto incluso hubo una importante escena alrededor de las raves, pero estaba completamente alejada de mi universo. La mayoría de la gente que conocía entonces pensaba que la música electrónica era algo aburrido. Y aunque ahora los chicos jóvenes pueden escuchar lo que quieran, en aquel momento las cosas no resultaban tan sencillas. Cuando yo comencé a dar mis primeros pasos, alrededor del año 2000, la escena se había encogido mucho, se había transformado en algo muy residual. Una circunstancia que de algún modo la convirtió en algo especial”, pero que no permitía ganarse las habichuelas a los implicados. “En los últimos tiempos la escena ha crecido mucho, tanto en Canadá como en Estados Unidos, y eso es algo bonito de ver”, concluye. “Hace años nunca hubiera podido plantearme vivir en Canadá, porque todos mis conciertos y sesiones estaban en Europa, pero ahora se han abierto otro tipo de opciones, algo que siempre es positivo”.
Cuando abandonaste Canadá, a principios de la década pasada, decidiste mudarte a Alemania. ¿Por qué escogiste precisamente ese país? Toda la música que me interesaba en aquel momento venía de Alemania. Kompakt era lo más parecido que había al centro del universo, así que decidí mudarme a Colonia y luego a Berlín. Fue una época buena y todavía conservo grandes amigos allí, pero no se puede comparar a la vida que llevo ahora mismo en Barcelona.
Tus primeras producciones aparecieron en Traum. Al igual que muchas de las cosas que publicaba el sello en aquella época, maxis como “Mansfield” tiraban hacia un techno mucho más crudo que el que haces ahora. ¿Qué recuerdas de aquellos días? ¿Lo describirías como una época de aprendizaje? En realidad, aquel sonido tenía mucho que ver con las limitaciones del equipo que tenía entonces. Mi intención siempre fue realizar un tipo de techno más basado en el formato de canción, pero al no tener un ordenador la mayoría de mis temas terminaban demasiado enfocados a los loops. Es gracioso recordar qué intentaba hacer en aquella época y cómo ha cambiado todo desde entonces.
En 2007 comenzaste tu relación con Border Community, y en paralelo tu música se volvió mucho más psicodélica y expansiva, con muchas influencias del synth-pop y la new wave. ¿Se trata de cosas que habías estado escuchando cuando niño? Joy Division fue siempre una influencia fundamental para mí, incluso llegué a montar un proyecto en 2001 a medias con mi amigo Ian, que llamamos Uncut, y que mostraba esa influencia de manera aún más clara. Éramos jóvenes y alocados, y nos presentábamos en los clubes de techno con guitarras, sin pensar muy bien en lo que hacíamos. Para nosotros no suponía un conflicto, pero la verdad es que en aquel momento resultaba bastante raro.
En esa época publicaste “Gazebo”, un tema que tuvo muchísimo éxito. ¿Podemos decir que de algún modo provocó un cambio en tu carrera? Fichar por Border Community fue algo increíble, era mi sello favorito en aquel momento, el que publicaba las cosas más especiales. Así que mi única preocupación era poder hacer lo que quería hacer con la gente más apropiada, no pensaba en ganar dinero ni en mi carrera. Eso sí, no voy a quejarme porque eso significara pasar de ser muy pobre a ser no demasiado pobre.
Un último giro en tu carrera se ha producido en los últimos años, de nuevo coincidiendo con el fichaje por un sello nuevo, My Favorite Robot Records, y tu mudanza a Barcelona. ¿Por qué decidiste venir a esta ciudad? ¿No eran Berlín, Londres o París lugares más apropiados para dar un impulso a tu carrera? Adoro Barcelona, y pienso seguir viviendo aquí todo el tiempo que permanezca en Europa. La combinación de playa, zonas para practicar skateboard y buen clima convierten a esta ciudad en la mejor opción posible para mí. Traté de vivir en Berlín, pero no puedo soportar los cielos grises y los inviernos fríos. Y en cuanto a Londres o París, son ciudades demasiado grandes para mí.
Tu último EP, “Carthage”, refleja ese cambio de estilo del que hablaba en la pregunta anterior, la búsqueda de un sonido mucho más grueso y palpitante. En la hoja de promo hablas de construir nuevos equipos de hardware y de desarrollar un espectáculo de directo específico. Efectivamente, he desarrollado un nuevo equipo para tocar en directo. La operación ha consistido básicamente en coger todas mis máquinas favoritas, arrancarles los circuitos y resituarlos en una serie de cajas transparentes que he construido ex profeso. Siempre me ha molestado que la gente no pudiera ver lo que estoy haciendo sobre el escenario, a pesar de que mis directos suelen ser muy físicos. Así que he intentado acercar ese proceso al público, dejando al descubierto todos los circuitos base y desperdigándolos por encima de la mesa. Además, creo que el resultado es bastante estético.
También has publicado este año dos EPs a medias con SwitchSt(d)ance. ¿Qué puedes contarnos de esta colaboración? ¿Es algo puntual, o continuará en el futuro? La colaboración se produjo de una forma muy espontánea. Switch vino a Barcelona a tocar conmigo, se quedó varios días más en casa y terminamos haciendo cosas juntos casi sin hablarlo. Algunos meses más tarde sucedió lo mismo, pero esta vez en su casa, en Lisboa. Los dos EPs son el resultado de esas dos sesiones. Y en cuanto al futuro, no sé cuándo volveremos a juntarnos, pero espero que sea pronto; me gusta mucho trabajar con él.
Para terminar, háblame de tu sello, Beachcoma. ¿Qué fue lo que te empujó a montarlo? ¿Cuál es la filosofía que lo guía? Di forma a Beachcoma junto a mis amigos Metope y Sid Le Rock hace ya algunos años. El concepto ha ido cambiando, pero nuestra idea de no tomarnos nunca en serio permanece inalterada. Lo que más me interesa del sello es cómo me ayuda a mantener una relación con gente que me interesa, cómo el hecho de tener un proyecto conjunto me permite sentirme más cerca de amigos que viven muy lejos de mí. Así que al final consiste en eso, en cuidar a los amigos y en pasarlo bien.
Entrevista: Vidal Romero
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