Una de las grandes sentencias de Katsuhiro Ôtomo, autor de esta obra de culto de la animación japonesa, hito del ciberpunk, fue “el futuro no es una línea recta, hay muchos caminos diferentes… debemos intentar decidir el futuro por nosotros mismos”. Y lo que está pasando es que, “Akira”, no ha dejado de estar vigente nunca. Volvemos a acordarnos de un impecable trabajo que vio la luz allá por 1982 como novela gráfica y luego, pasados unos años, en 1988, como película.
Akira, un verdadero espectáculo de trazos, colores y expresividad
Un runrún que nos atemorizó. Eran recurrentes, allá por el 2019 –fecha en la que curiosamente tiene lugar la trama- y muy especialmente en la legión de seguidores de “Akira”, los rumores de una revitalización de la cinta de animación, esta vez con actores “de carne y hueso”. Algunos de los nombres de directores que saltaron a la palestra fueron Jordan Peele (“Déjame salir”, 2017), Daniel Espinosa (“Dinero fácil”, 2010 / “Life”, 2017) o David F. Sandberg (“Nunca apagues la luz”, 2016).
Ojo, que este tipo de chismes ya surgieron hace unos años, esa vez con Christopher Nolan, George Miller, en este saco metieron incluso al barcelonés Jaume Collet-Serra. Sinceramente, visto lo visto tras esperpentos para la gran pantalla como “Dragonball: Evolution” (James Wong, 2009), donde vilipendiaron un icono animado como Son Goku, creación de Akira Toriyama, muchos rezamos para que no sucediese.
Rumores, rumores, que de momento siguen en eso. Nada se ha concretado, correcto, pero debemos tener presente otro nombre propio: Taika Waititi. El responsable de trabajos cinematográficos como “Jojo Rabbit”, ya confirmó durante el verano pasado para la revista WIRED, que sigue empecinado en hacer la película de “Akira” con acción real. También está vinculado con otro personaje que le influyó mucho de niño: “Flash Gordon”. Por esas mismas fechas se supo que su posible readaptación sería en acción real, cuando se anunció en un principio como película animada.
Ya veremos en qué va quedando la cosa… El caso es que, ya no solo por pánico al despropósito que podría producirse, sino porque “Akira” (1988) aún respira por sí sola a las mil maravillas. Es atemporal y nunca te cansas de sumergirte en ella, es redonda y de visionado infinito, es un verdadero espectáculo de trazos y colores, de expresividad sobresaliente alrededor de una realidad plagada de pesadillas.
Un gran estudio de la tinta y la velocidad (¡esas motos!), la destrucción, la perspectiva, incluso la biomecánica y como no, violencia donde no se escatima en sangre ni sorpresas desagradables. Para colmo esto último no es gratuito. Las dos horas y poco de película dan para pensar… mejor dicho, reflexionar.
Una sofisticada historia cyberpunk y crítica social
En esta vertiginosa aventura que tiene lugar en Neo-Tokyo (ciudad erigida sobre los restos de la antigua capital nipona hecha añicos tras la Tercera Guerra Mundial) es una audaz crítica contra la sociedad de entonces, perfectamente extrapolable a la de nuestros días.
Gobernantes corruptos que nos derivan a una aciaga existencia como humanos, ego-dioses militares llenos de secretos clasificados y por supuesto otro objetivo que ya en su momento Ôtomo quiso dejar claro: una astuta crítica hacia el consumo desmedido de drogas por parte de la juventud.
Podría verter océanos de palabras especulando el trasfondo moral de “Akira”, que es muchísimo, creedme, sin embargo y por lo menos por ahora, prefiero invitaros con este humilde ‘charco’ a ver/leer esta obra y así redescubras por ti mismo que tal tienes el nivel de adrenalina, moralina, justicia y rebeldía.
Los personajes… Otro diez sobre diez
Todos son fascinantes, pero los que se llevan la palma son los ‘tres viejóvenes’ (en especial Kiyoko y Takashi), Kei, Ryu, el barman-traficante Harukiya, esa líder espiritual llamada Lady Miyako (desperdiciado eso sí en la peli), el consecuente coronelIshida, el extremista de la fidelidad Shotaro Kaneda, y por supuesto Tetsuo Shima, quien sin apenas darse cuenta, de golpe y porrazo (nunca mejor dicho) se convierte en alma mater de esta historia.
Pasa de ser uno más de una pandilla de adolescentes moteros, a ser un ser con habilidades psíquicas y destructivas desmesuradas. A la poste, un arma incontrolable y el antagonista principal de Akira.
¿Akira finalmente y de otro modo a la gran pantalla?
El tiempo, los dioses del ciberpunk y lo distópico dirán. Ya sabemos a ciencia cierta que los derechos para una película en acción real de “Akira” fueron comprados por la Warner Bros. en 2002. Y que nada menos que Leonardo DiCaprio estaría metido como productor. Han ido pasando los años y solo les han surgido dificultades para iniciar el proyecto. Y en ese fango parecen anclados. Se ha contado con al menos cinco directores diferentes y diez guionistas diferentes para la posible adaptación.
El último en verse envuelto (y sabemos que encantado por su parte) el arriba mencionado Taika Waititi. Pero las cancelaciones, los retrasos… y la ‘no falta de mandaos’ que tiene este hombre (“Thor: Love and Thunder”, incluso un nuevo proyecto para el incombustible cofre de George Lucas “Star Wars”) no hace sino dejar un deseo por petarlo de nuevo, en mero humo.
El hecho es que, si ni aún no leíste o viste esta obra, te deberás estar preguntando ¿y qué o quién leches era Akira? Pues amigues, Akira es DIOS. Una deidad con desborde nuclear muy crítica con una sociedad enferma. Para eso te lanzamos a este ‘absorbente charco’, para que te animes a descubrirlo ¡ya!
En cómic, siempre, aunque hoy nos repetimos en lo de hacerlo viendo la cinta de animación original de 1988. Largometraje que podemos disfrutar a día de hoy a lo grande, y en 4k, en algunos cines Yelmo (como en Madrid) o en plataformas de streaming on-line como Filmin. Finalmente –bajo alquiler o compra- en Rakuten TV.
Un par de citas para concluir. “El poder de Akira existe en todas las personas, cuando alguien despierta ese poder oculto en su interior y aunque no esté preparado para ello, deberá elegir de qué modo quiere utilizarlo” y “… llegará un día en el que nosotros también seamos Akira. Ese día, aún no ha llegado”.
Texto: Bruno Garca
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