No, Gijón no es una ciudad cualquiera. Pero es que su criatura, el L.E.V.tampoco es un festival del montón. La pasión e integridad que desprende esta plataforma abierta al público, nacida hace nada menos que trece ediciones, nunca renqueó. Un Laboratorio de Electrónica Visual embebido entre mantos verdes y una costa pletórica donde en cada instalación, en cada espectáculo, en cada sesión, se percibe riesgo, entusiasmo y ganas de mostrarnos las pistas de un futuro a corto-medio plazo. L.E.V. 2019 presentó propuestas sorprendentes que van más allá de la mera música de baile, del arte de estética convencional y por supuesto, de las típicas puestas en escena.
Eso que muchas suceden con el permiso de enclaves como el Muséu del Pueblu d’Asturies (fundado en 1968) o La Laboral, ese gigante de cemento que se comenzó a edificar en 1946, ahora reconvertido en Ciudad Cultural. Sea como sea, el caso es que acabamos de arrancar la primavera, y con ella asistido a una nueva y deliciosa edición –repito, la decimotercera- del carismático L.E.V. 2019. Jornadas que este año recayeron en los días 2, 3 y 4 de mayo.
Instalaciones que estimulan la memoria
Entre las propuestas planteadas este año quiero arrancar con una estimulante pieza con vida propia expuesta como si de un ente galáctico se tratase en el interior de la Iglesia de La Laboral. Esto es, la instalación “Melting Memories: Engram as data sculpture”, del director y artista audiovisual turco afincado en L.A. Refik Anadol. Hermosas formas cinéticas basadas en la materialidad de los recuerdos y su representación desde una visión creativa gracias a la ciencia, la tecnología y el arte. Pinturas, esculturas, y proyecciones lumínicas provenientes de datos expuestos a través de 3MM Leds gracias a un software creado para la ocasión por Kyle McLean. Visualmente, único y reconfortante. La instalación ya la han visitado más de 6.100 personas, y podrán seguir haciéndolo muchas más. L.E.V. y la Fundación EDP han decidido que se pueda seguir disfrutando hasta el próximo 14 de mayo.
Orbitas naturales y místicas
Otra propuesta que también me sugirió muchas cosas, y de algún modo me absorbió fue “Tropics”. Ésta en el Centro de Cultura Antiguo Instituto y obra de la francesa Mathilde Lavenne. Su interés y esfuerzos por adentrarse en las historias y fantasmas de sus antepasados galos en Jicaltepec (Veracruz, México) no cayeron en saco roto. En su obra, en alta definición y riguroso blanco y negro, cruza varios mundos para adentrarnos en los oscuros confines de la selva tropical y los secretos de sus habitantes. Aldeanos ahora convertidos en entramados 3D. Orbitas cuya materia se clarea con entornos naturales muy místicos. Campesinos que a través de sus voces nos relatan cómo personas fallecidas aún deambulan con sus espíritus por los rincones de este asentamiento junto al río Nautla. Una película donde se detiene el tiempo para desvelar lo que nos escondía el pasado.
Nuevas propuestas escénicas: escaneos, artefactos volantes y bioética
Uno de los epicentros esenciales del L.E.V. 2019 es desde luego el Teatro de La Laboral. Recinto concebido en un principio como gran salón de actos para estudiantes y profesores, y que durante los días del festival se convierte en una sala-laboratorio donde sucede todo lo inesperado. Y para alegría de todos, ante un patio de butacas lleno. De la reciente edición me encantaría destacar los espectáculos ofrecidos por Schnitt + Gianluca Sibaldi, Myriam Bleau, Elias Merino & Tadej Droljc, y Alex Augier junto a Alba G. Corral. En primer lugar, los que precisamente abrieron el telón el viernes 3 de mayo. La pareja formada por Marco Monfardini y Amelie Duchow –esto es, Schnitt– y Gianluca Sibaldi, juntos tuvieron la osadía de escanearnos a todos. Sí, a todo el público ahí sentado. Ya nos olíamos algo cuando nos enteramos del título del trabajo que venían a presentar: “ScanAudience”.
El caso es que vivir en tiempo real la capacidad de los tres artistas para jugar con nuestras figuras estáticas y luego irnos convirtiendo también en sonidos según nuestras características fue de lo más interesante. Infinidad de datos, matemáticas revoltosas, zumbidos, crujidos, y ensayos balísticos distorsionados que se alternaban con fabulosa sincronización. Esta actuación fue seguida por la de Myriam Bleau. La compositora, performance y artista digital canadiense nos vino a presentar, y estrenar en España, “Ballistics”. No menos sugerente sus manualidades con varios objetos poliédricos colgantes (hasta cuatro artefactos pendulares) y como interactuaba con sus sensores analizando al unísono luz y sonido. Virtuosa desde luego a lo largo y ancho de este ritual audiovisual inspirado en el misticismo y la ciencia ficción popular.
Fondos abisales, telarañas y esquemas orgánicos mutantes
Turno para Elias Merino & Tadej Droljc quienes presentaron “Synspecies”. Ellos, junto al espectáculo también AV “ex(O)” de Alba G. Corral y Alex Augier, lograron sumergirme en algo parecido a fondos abisales, telarañas y esquemas orgánicos mutantes… a través de un impactante lenguaje visual y sonidos electrónicos nada torpones. Entornos que me hacían sentir hundido en la oscuridad, como de repente a flote a lomos de una ballena plagada de colores. Destacar la vitalidad de ambos y en el caso de “ex(O)”, la ocupación del escenario por una jaula circular donde se iban proyectando las diversas capas. Poéticas, oníricas y orgánicas. Yo la querría bautizar como bioética.
Delirios de luz, paisajes bucólicos y una instalación viva
Tampoco debe de ser desdeñado el show de Lanark Artefax donde lo musical –un desparrame de bajos y beats marcianos- brilló más que el arsenal de estrobos y un monolito central poco aprovechado. Así como el virtuosismo incontestable de la italiana Caterina Barbieri con sus paneles de cableados y sintes modulares. Fantásticos tramos de arpegios volantes e incluso algún que otro obsequio vocal. Más flojo el apartado visual a cargo de Ruben Spini, quien a través de molinos eólicos, paisajes y carreteras mojadas, junto a varios viajes en avioneta nos pretendía transmitir un entorno bucólico ideal para el sonido inmersivo de la artista residente ahora en Berlín.
El apunte último es para el colectivo precisamente berlinés Transforma quienes regresaron este año presentando “Manufactory”. Una instalación en vivo donde de un modo muy ordenado, artístico y teatral nos fueron introduciendo en lo que bien podrían ser las primeras prácticas laborales de los artesanos de una fábrica. Una factoría donde de una manera coreografiada se trabaja diariamente con tierra, madera y minerales. En esta función brillaron con audacia los vidrios dicroicos y por momentos –solo rotos por el cuasi silencio- la música más minimalista de lo habitual brindada por ese genio de nombre Sascha Ring (Apparat).
Bailando y asimilando el almuerzo en el Muséu del Pueblu d’Asturies
Citaba unas líneas más arriba el Muséu del Pueblu d’Asturies. Fue allí precisamente donde –en horario tempranero de tarde- asistimos a varias actuaciones. Todas, muy distintas entre sí. El primero en ocupar el escenario de esa caseta al aire libre construida con listones de madera, fue el mallorquín Marc Meliá. El ahora afincado en Bruselas aseguró que se trataba de su primer ‘bolo’ en España. Y que mejor evento que este de Gijón para presentar su álbum debut en solitario “Music for Prophet”.
Un disco dedicado íntegramente a su fiel escudero de aventuras: el sintetizador analógico Dave Smith – Prophet 08. Desconocía dicho lanzamiento, pero luego ha resultado ser una bendita maravilla. Loable como una sola persona sentada con un teclado, un pedal para los bucles y un micro para marcarse armonías con vocoder, pueda crear tanta magia. Percibimos la esencia pura de un sintetizador. Lo exprimió como el que exprime un corazón en un cacharro de hacer zumo a mano. El teclista y ex componente de El Diablo en el Ojo o Lonely Drifter Karen posee canciones como “Peitsche”, “Arpeggios#1”, “Synthomatic Love” o “Yurimon” que son fantasía. Cercanas y cristalinas. Como su directo.
Nuevos mundos
Un mundo aparte la actuación que le siguió. La del norteamericano Colin Self, un verdadero provocador y performer de cuyo último álbum –“Siblings (Elation VI)”– se hicieron eco medios tan potentes como Pitchfork o Dazed. Acudía al L.E.V. 2019 para defenderlo. Aunque, a diferencia de como hizo hace unas semanas en el MoMA de Nueva York, esta vez bajo la luz del día y sin esculturas ni video. Su presencia e interacción con el público fueron en todo momento sobradas.
Menuda gresca de coreografías y activismo musical (algo a medio camino entre el sonido rave, la ciencia ficción y la ópera interpretada por un Castrati) que fueron de menos a más. Este Farinelli del Siglo XXI se metió a todo el mundo en el bolsillo con su intervención. Todos lo pasamos muy bien. Solo una excepción. Aquel libro atado a una cuerda amarilla que usó durante la mitad de la actuación, y al que dio una verdadera somanta de golpes y giros en el aire.
Y de nuevo, otro mundo. Otro discurso diametralmente distinto cuando la siguiente sesión. En este caso, la del artista local Skygaze, ahora mutado dentro de su piel más bailable: Jailed Jamie. Me tuvo bailando a la vez que hacía la digestión durante la hora y media que duró su set. Una sesión híbrida plagada de UK Hardcore, Rave-beats noventeros, acid, dub e inclusive drum’n’bass con tintes jazzísticos ¿Os suena LTJ Bukem? Una amalgama de soniquetes y recortes que levantó a todo el mundo del césped. Sonrisa en boca, y a sudar con este desdoble tan particular que el asturiano se ha sacado de la cartera.
Relaciones entre música y arquitectura
Un proyecto que apunta excelentes maneras, y que incluso acaba de editar en cinta de casete: “Rave Tool” (Templos Tapes). De allí tuvo que salir disparado hacia la antigua cocina de La Laboral donde, ahora transformado en Skygaze, ofreció un taller sobre las diferentes metodologías en la producción musical y las relaciones entre música y arquitectura. Muy interesante. Nos ayudó a conocer los intríngulis de un productor de su calaña. Así como ver la música desde un prisma diferente. Honesta y más que razonable su manera de comparar la escalinata de uno de sus edificios favoritos (Embajada de los Países Bajos en Berlín) con lo que bien podría ser el desarrollo creativo de una canción. Una, donde como en su música, no paran de suceder cosas.
Una especie de ‘Capilla Sixtina’ para sonidos frescos y contemporáneos
Ahí no quedó la cosa. Otro descubrimiento que no olvidaré de esta visita al L.E.V. 2019 es la Sala de Pinturas localizada justo encima del Teatro de La Laboral. Allí la familia de Jäggermusic presentó durante la tarde del sábado 4 dos jóvenes y punteras propuestas en directo: Jay Ferrara y AWWZ. El primero, que no es otra cosa que un alías de Javier Otero, despojándose de su pasado indie / post-rock para ofrecernos en directo su nueva apuesta. Una más contemporánea donde pervierte con una espiritualidad muy terrenal pop electrónico, trap y R’n’B. Presentó sobre todo –y en formación de tres- las canciones que encierran su último EP, ahora publicado por Mirror Maze Music.
Minutos después turno para AWWZ, toda una revolucionaria de la música electrónica actual con base de operaciones en Barcelona. Una artista a la que no es sencillo encasillar, tampoco es que haga falta. En su planteamiento abundan los beats futuristas (lo mismo da si estos caminan a cámara lenta), los vocales afables o luminosos y música de baile cocinada con fuego galáctico. Ella fue capaz de bastarse sola. Va sobrada de hambre y energía.
Conecta con el público y es capaz de transmitir perfectamente ese ánimo que desprende mientras interpreta sus propias canciones. En esta ocasión, dos de ellas, aún inéditas. Cuarenta y cinco minutos en los que todos disfrutaron de su ingenio y habilidades en eso mismo, un goce de plan con una artista que enamora. Para colmo en una sala, en una pista distinta, rodeados por una enorme pintura mural al fresco del pintor Enrique Segura inspirada en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel.
La Nave volvió a planear de noche con los decibelios más altos
No nos olvidemos tampoco de la zurra de ritmos contundentes y bailables cada noche en La Nave. Un line-up para incombustibles y valientes donde no fallaron nombres como Bliss Signal, Overmono, Hiro Kone, Klara Lewis o Broken English Club. Sinónimos de actitud y rebeldía que desafían a los habituales sonidos de club. Todos ellos debidamente acompañados también por el trabajo e imágenes de diversos artistas visuales.
L.E.V. 2019, con toda su audacia, con toda su pasión volvió, un año más, a salirse con la suya. La plataforma y ‘laboratorio de sensaciones’ gijonés ha vuelto a demostrar la sinergia natural existente entre imagen y sonido. A avivarnos los sentidos con una cuidada muestra de nuevas propuestas e ideas dentro de diversas corrientes artísticas. Y yo que me arrodillo y les doy la mano.
Texto: Bruno Garca
Foto: L.E.V. Festival por Elena de la Puente
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