Como ya manda la tradición, el mes de noviembre asistimos y disfrutamos de una nueva edición -y ya van siete- del MIRA. Un evento de varios días -este año del 9 al 11- que además de recordarnos que hay una cosa que se llama invierno (si con Sónar llegan las calores, con el MIRA empezamos a ponernos el chaquetón) nos reconecta con las nuevas tendencias tanto visuales, como tecnológicas, todo ello rematado con directazos de música electrónica. Que por cierto, se van superando año tras año trayéndonos primicias y estrenos. Este año cayeron varios como los de James Holden & The Animal Spirits, William Basinski o m-Ziq.
Es desde 2011 el festival barcelonés que más se rinde a las artes digitales (con permiso de otros como el Mutek). No en vano en este 2017 nos han colmado todo tipo de deseos con un programa con más de 45 actividades dedicadas a estas artes. Si tiramos de calculadora y memoria, nos salen 20 espectáculos audiovisuales (10 de ellos estrenos en España, 3 creados en exclusiva para el festival y uno incluso primicia mundial, el de Dedekind Cut junto al artista visual Micki Pellerano, a la postre, una de mis actuaciones favoritas), 11 shows en sonido 3D -bendita locura esa nueva room con hasta cuarenta bafles rodeándote como si fuesen los sioux diseñada por Intorno Labs– 5 proyecciones 360º , conferencias, workshops… y como no, otra de las grandes atracciones de este encuentro: instalaciones de arte inmersivo de gran formato. En esta ocasión fueron cuatro y de las cuales destacaría dos. ‘Orion’ de la agencia creativa turca Ouchhh, donde no sé cuántas veces me perdí persiguiendo esos haces de luz en una instalación inspirada en la constelación de “el Cazador”, y la simpática, además de pintoresca propuesta HEAVEN or HELL ‘MIRA’s fate is on you’. Donde tras ser entrevistado por un ente superior, una especie de San Pedro melenudo, acababas con rumbo al infierno o al cielo.
Si de verdad vas al MIRA con la apertura de miras intacta, suena redundante, pero nunca mejor dicho, puedes imbuirte en tantas historias… Pero hago el salto del tigre y voy al núcleo-duro de esas actuaciones, asociaciones Live A/V que se suelen concentrar en la Fàbrica de Creació Fabra i Coats durante las jornadas del viernes y el sábado. La primera que me encandiló fue la del veterano Suso Saiz y sus atmósferas encadenadas. Salir de la oficina y sentarte frente a unos ambientes sintéticos que domarían hasta a un pollo sin cabeza, es algo formidable. Nos estuvo presentando su reciente Rainworks (Music From Memory, 2017). Estuvo acompañado de la parafernalia y estética visual de Human Produce. Muy finos a la vez que experimentales. Talento nacional que no debería entender de fronteras. Incluso más embriagado, por no decir enamorado, quedé con la inteligentísima partitura de bucles vocales propuestos por la norteamericana Julianna Barwick. Por fin lo entendí, la paloma rollo ‘espíritu santo’ de la imagen del cartel de esta edición era por ella. No era del palomar de Sandro Rey. Sedujo a todos los presentes interpretando en directo su Will (Dead Oceans, 2016). Magnífico control de los elementos, hermosísima manera de mutar voces en capas y atmósferas. La canción Same es una gozada. Como pasaba en la instalación de un par de pisos arriba, del puro cielo pasamos con un chasquido de dedos a las entrañas del averno. The Bug vs Dylan Carlson del legendario grupo Earth, o lo que viene a ser lo mismo, la densidad del humo cara a cara con la electricidad del Metal y el dubstep taciturno y oscuro. Intensidad y rabia sostenida gracias a tanta guitarra drone.
Sin embargo muchos entendían que el momento álgido de la noche del viernes era para James Holden (alma mater de Border Community) junto a la banda que ha formado con motivo de su nuevo trabajo discográfico, ambos proyectos han sido bautizados con el nombre: The Animal Spirits. Interesante batiburrillo sobre el escenario. Sonidos antagónicos atraídos como imanes. Madeja de melodías encabritadas, psicodelia musical a la que solo pueden llegar los virtuosos. Entre tanta pirueta pudimos adivinar momentos de cuasi-rock progresivo, jazz cósmico e incluso piezas a medio camino entre el pasodoble estrafalario y lo moruno (Thunder Moon Gathering). Completaron la jornada actuaciones como las del iraní Ash Koosha (ni chicha ni limoná), el histriónico Powell o nuestro querido mago y beatmaker Skygaze, Mans O, Toulouse Low Trax (¡bravo por él!) y Khidja, estos ya en el escenario 3D.
A primera hora de la tarde del sábado pudimos disfrutar de la propuesta de los estadounidenses Dedekind Cut (antes Lee Bannon) y Micki Pellerano. Los mantos sintéticos del primero son sencillamente perfectos. Sus atmósferas son un remanso de paz a la vez que de tinieblas. Texturas tristes, lúgubres, que se hermanan con corales deslumbrantes. Fabulosa además la combinación de sonidos muy ‘ciencia-ficción’ junto a clasicismo como el del piano. Para recordar los minutos con olas –sonaba ‘Tahoe’- y naturaleza a cámara lenta y en blanco y negro. Luego aterrizó sobre las mismas tablas el virtuoso, a la vez que singular, William Basinski. Vino para presentarnos en exclusiva en España su último disco ‘A Shadow in Time · For David Robert Jones’ (Temporary Residence Ltd, 2016). En él homenajea al irrepetible David Bowie en dos partes: la primera, una oda musical apoyada en el vetusto sintetizador Voyetra 8M; la segunda, una serie de loops creados con cintas que debían transportarnos al universo del genio del pop. Para mí su actuación no pasó de lo meramente ambiental, con la que hundido en un puf hubiese congeniado más, sin embargo se me hizo larga y por momentos tediosa. Llamadme insumiso, pero es que si además trasteas con una deidad como Bowie… no sé, ¿unas mínimas cosquillas al menos, no?
Mi caminata sonoro-visual continuó atravesando el set con vinilos y a tres platos de Comisarios de la luz, atiborrándome de xilófonos cromáticos (tantos que ya quedé saciado casi de por vida) en la actuación del experto en engranar graves y dubstep Shackleton y la cantante Anika… lo mejor en esta ocasión la sopa de tipografías y errores digitales de un inspirado Pedro Maia. Luego deambulé por el DJ set forzado de Kelly Lee Owens a quien su aerolínea le hizo la maldita gracia de perder las maletas (venía a presentarnos su LP de debut en Smalltown Supersound), los zumbidos y latigazos perfectos del dúo de Bristol Emptyset, al galo Voiski enredando airosamente con techno, arps y post-trance… también hice parada para bailar un rato el old skool electro y techno cacharreri que disparaban desde sus máquinas la pareja de Montreal Essaie pas. Madre mía como sonaron en la sala 3D, no me extraña que DFA Records se haya fijado en ellos.
Así, como el que no quiere la cosa, terminé atrapado en medio de dos llamativos shows más, los de Visionist y m-Ziq. El primero, Louis Carnell aka Visionist, defendió en directo su flamante 2º disco Value (Big Dada, 2017). Una lujuriosa oda a sí mismo, a un espíritu zozobrado pero donde se esconde mucha belleza. Sonidos punzantes, rítmica indefinida, bombos gordacos y como contraste, instantes espléndidos de compasión. La obsesión que tiene el muchacho consigo mismo se reflejó igualmente en la pantalla a la que daba la espalda. De nuevo -y esto es sinónimo de bueno- visuales controlados por el portugués Pedro Maia. Nos pusimos finos admirando una y otra vez el torso desnudo del propio Louis. Finalmente m-Ziq, esto es Mike Paradinas, capo de la todopoderosa Planet Mu, adelantándonos en directo lo que será su nuevo LP, el cual es inédito aún, está en proceso de producción. El maestro, y tal como ya hizo en 2013, nos volvió a dejar un gran sabor de boca, que también dolor de pies, brincando como locos con su ejército sonoro donde desfilan de manera envidiable desde IDM de melodías sumergidas, a techno y sobretodo drum’n’bass biónico de quitarse el sombrero. Buenas particiones de beats y melodías. Deseando que salga ese próximo disco, que se dilate un tiempo y entonces volver a verlo tocar con, quizás (así lo espero) otro modus operandi menos ‘playlistero’.
Acabar con un par de apuntes. Este año el MIRA se inauguró el jueves 9 de noviembre con el concierto del alemán GAS (Wolfgang Voigt) en L’Auditori -cronica en OCIMAG-, también destacar que el encuentro duplicó en este 2017 todos sus servicios, así como zonas de descanso para asegurar una mayor comodidad al público. Y se notó, y tanto que se notó. Para bien.
Texto: Bruno Garca
Foto: Toni Rosado
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