Tradicionalmente, la relación entre la música electrónica y la percusión africana ha sido problemática, porque la dictadura del cuatro por cuatro no suele llevarse bien con los mantras hipnóticos y las tradiciones musicales son reacias a mezclarse con ordenadores. Hay sin embargo vías de entendimiento, como demuestra la existencia de Nihiloxica. Una banda transcontinental, con músicos británicos y ugandeses, que factura una música hipnótica y poderosa, en la que conviven percusiones telúricas y densas atmósferas electrónicas. El productor y batería Spooky J explica las claves de esta aventura fascinante.
En el reino de la música tradicional
Nihiloxica existe desde el año 2017, cuando Pete Jones y tú viajasteis a Kampala con un estudio portátil. ¿Cómo entrasteis en contacto con la escena ugandesa?
Un año antes ya había viajado a Uganda, contratado por un sello como productor e ingeniero de sonido. Me fascinó descubrir lo que sucedía allí a un nivel musical, todo ese circuito underground en el que la música de base tradicional se toca y se baila en clubes. Un año más tarde, Arlen Dilsizian, uno de los dueños del sello Nyege Nyege Tapes, me invitó a ir un par de semanas allí para grabar con uno de los grupos locales, Nilotica Drum Ensemble, y después tocar en el festival que organizan.
¿Cómo es la escena ugandesa? ¿Qué tipo de presencia tiene allí la música electrónica?
Es bastante diferente a lo que entendemos por escena en Europa. Para empezar no existen clubes de techno, que es una música marginal y poco apreciada, sino night clubs en los que tocan grupos en directo. Las músicas más populares son el reggae y el afrobeat, y los músicos más activos los congoleños. También hay un circuito underground, pero funciona sobre todo a base de fiestas.
Vuestro primer EP, “Nihiloxica” (2017), se grabó en directo, de una manera improvisada. ¿Cómo te las arreglaste para poner de acuerdo dos tradiciones tan alejadas en apariencia como la música electrónica y la percusión ugandesa?
Llegué a Uganda con cuatro canciones escritas, que nos sirvieron como punto de partida. La idea es que ellos añadieran arreglos de percusión y capas de sonido por encima, pero pronto nos dimos cuenta de que podíamos ir mucho más lejos que eso. Así que decidimos dejar que la percusión tomara el papel protagonista, y las canciones comenzaron a mutar.
Hay que desconectar las cajas de ritmos
¿Qué tipos de instrumentos manejabais?
Las canciones que yo traía estaban montadas en un secuenciador, tal y como se suele hacer en Europa. Pero eso suponía un problema a la hora de interactuar con los músicos locales, porque su entendimiento del ritmo es mucho más libre y versátil. Por eso, decidimos desconectar las cajas de ritmos y utilizar sintetizadores, para añadir capas de sonido y efectos especiales a las canciones. Ahí es cuando empezaron a salir cosas increíbles.
Los acercamientos de la electrónica a la música africana han funcionado casi siempre como un expolio, en el que se samplean sonidos y ritmos para añadir un acento étnico a las producciones. ¿Por qué crees que es tan difícil el entendimiento?
Creo que el problema está más del lado europeo que africano. Los africanos no intentan luchar contra la música occidental, pero muchas veces su manera de tocar escapa a los cánones que conocemos nosotros y resulta difícil de escuchar para los oídos europeos. Por eso, muchas de las cosas que salen del continente están domesticadas, suavizadas para que sean más fáciles de digerir.
Es lo que contaba DJ Rupture en su libro “Uproot”, toda esa “world music 2.0” que nos venden como “electrónica del tercer mundo”, pero que en realidad tiene más que ver con campañas de marketing que con la realidad.
Es que no se puede catalogar la música que produce un continente tan grande como África dentro de una sola etiqueta. Hay multitud de países y regiones, con una variedad asombrosa de tradiciones, instrumentos y maneras de entender la música. Algo que también sucede en Europa, por cierto. En Nihiloxica no tocamos música tradicional africana, pero tampoco música europea, nuestra idea es establecer un diálogo y comprobar qué sale de ahí.
Una unidad de directo
Después de publicar el primer EP comenzasteis a tocar en directo por todo el mundo. ¿Cómo sucedió aquello?
Yo pensaba que el EP sería el principio y final de la aventura, que tocaríamos en el festival de Nyege Nyege Tapes y todo acabaría ahí. Pero el EP tuvo mucho éxito y nos ofrecieron una gira por Europa. A medida que ensayábamos para esos conciertos empezamos a descubrir puntos en común y a funcionar como una banda tradicional. Desde entonces, hemos añadido más instrumentos y recursos, y sobre todo hemos aprendido a componer entre todos.
El segundo EP que habéis publicado, “Biiri” (Nyege Nyege Tapes, 2019), supone un salto de calidad muy grande. ¿Cómo está escrito?
La banda es básicamente una unidad de directo, una conversación entre músicos que sucede en tiempo real. En general, las canciones consisten en unos pocos elementos que sostienen todo el andamio, y a su alrededor pueden suceder muchas cosas, dependiendo del ambiente en el que estemos o la inspiración de cada músico. “Biiri” contiene cuatro tomas en directo que nos gustaron de manera particular.
Polirritmias y arreglos sorprendentes
Por cierto, ¿qué significa el título del EP?
Significa “dos” en ugandés. Es así de sencillo.
¿Por qué publicáis vuestros lanzamientos en casetes? ¿Es un homenaje a la cultura africana?
Hace poco hemos terminado de grabar el primer álbum de la banda, aprovechando los huecos en la gira para alquilar un estudio en Inglaterra. El disco se publicará en Crammed, así que saldrá en vinilo y CD. Creo además que es un gran paso para la banda, con muchas más polirritmias y arreglos sorprendentes.
¿Y no se os ha ocurrido encargar remezclas de vuestras canciones? Creo que pueden salir cosas bastante interesantes.
Es una idea que tenemos sobre la mesa. La música de Nihiloxica funciona muy bien para escucharla, sobre todo en directo, pero es más complicada de encajar en el contexto de un club de música electrónica. Me parece interesante trabajar con productores que puedan dar otra vuelta de tuerca a las canciones, y abrirnos hacia esos territorios.
Entrevista: Vidal Romero
Foto: Will Leeming
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