Durante veinte años, Optimo ha sido sinónimo de diversión, libertad y falta de prejuicios. Una triada de conceptos que comenzó a tomar forma a través una serie de fiestas semanales en la ciudad de Glasgow, a las que el público acudía de manera religiosa, pero que luego se ha ido ampliando para abarcar un equipo de producción, una banda de directo y una serie de sellos tan interesantes como difíciles de clasificar. A todo esto hay que añadir la celebración de un festival durante el mes de agosto, que aspira a llevar esa filosofía del estilo libre un paso más lejos, y que sirve de inmejorable regalo de cumpleaños para sus impulsores, JG Wilkes y JD Twitch.
Una de las características más interesantes de Optimo es la libertad y falta de complejos con la que os enfrentáis a todo lo que hacéis. Os negáis a dejaros encajonar, mezcláis estilos y técnicas sin miedo, os tomáis el negocio con cierta ligereza. Me pregunto si la época en la que crecisteis y la música que escuchabais de niños tiene algo que ver con todo esto. (JG Wilkes) Nací en Belfast, en Irlanda del Norte, en el seno de una familia sin apenas relación con la música, un papel que se redujo incluso más cuando compramos una televisión. Mis recuerdos de la infancia son esos: una televisión atronando todo el tiempo. Mi madre tenía un tocadiscos “Dansette” de los cincuenta, que había comprado mientras era estudiante de enfermería, y en esa época debió de escuchar musicales y algo de jazz, porque hace poco encontré una caja en el ático con una pequeña colección. Mi padre era ingeniero y tenía una radio en el pequeño taller que se había construido en el patio, un lugar en el que yo solía pasar las tardes con él, aprendiendo a fabricar cosas y manejar herramientas. Allí, la música estaba siempre ahogada por el ruido de las herramientas eléctricas, unos sonidos que me encantaban y en los que terminé por convertirme en un experto: era capaz de averiguar qué máquina estaba utilizando mi padre en cada momento sólo por el sonido que emitía.
Con ocho o nueve años comencé a escuchar música y pregunté si podía guardar mi paga para comprar un disco que sonaba en las listas de la radio del que me había enamorado. Empecé a comprar un disco más o menos cada mes, un disco que escuchaba cientos de veces en el Dansette hasta que llegaba uno nuevo. El hecho de escuchar una y otra vez la misma canción y la que hubiera en la cara B debió provocar algún tipo de reacción en mí porque, cuando llegué a la secundaria con once años, comencé a tocar la flauta y la trompeta, dos instrumentos de los que me cansé después de cuatro o cinco años. Pero también empecé a comprar e intercambiar discos con otros compañeros del colegio, sobre todo cosas de punk: Devo, Undertones, Rudi, Outcasts, Skids. Creo que Devo tenía algunos elementos electrónicos, pero el primer gran disco del género que escuché fue Dare de The Human League. Recuerdo vivamente haber tenido entre las manos una copia de su disco anterior, Reproduction, que no compré hasta mucho más tarde, porque en la adolescencia mi interés en la música electrónica se dirigió hacia lugares más oscuros, más fríos y melancólicos.
(JD Twitch): La primera música que escuché, y mi primera pasión, fue el Top 40 de los años 1978 y 1979, una época dorada para la música pop. Me atraía de manera particular la new wave, el synth pop y el reggae, que en ese momento era muy popular en Inglaterra, pero mi primer amor verdadero dentro del mundo de la música fue Blondie. Un poco más tarde, con once o doce años, me metí muy seriamente en la NWOBHM (New Wave Of British Heavy Metal), con una fijación especial por Motorhead. Y esa fijación por Motorhead me llevó a Hawkwind y a bandas como Gong, King Crimson, Steve Hillage o los primeros Pink Floyd. Más tarde comencé a leer mucha prensa musical, que por entonces era muy vital y estaba muy bien escrita, y eso me permitió descubrir muchísimos discos. Era demasiado joven para ser un punk, incluso demasiado joven para el post-punk, aunque escuchara a las bandas más populares de la época, como Joy Division o PIL. Fue precisamente la última ola de post-punk y música industrial la que me atrapó definitivamente.
Glasgow tiene pinta de haber sido un lugar interesante a finales de los ochenta y principios de los noventa. Una ciudad alejada del circuito de la música electrónica, pero con un montón de artistas haciendo cosas interesantes. ¿Cómo era la escena de clubes en aquella época? Tengo entendido que las raves jugaron un papel importante en su formación. (JG Wilkes): Como muchas de las ciudades inglesas de la época, Glasgow vivió la explosión de la cultura rave, aunque a su modo particular. Había fiestas gratuitas al aire libre, organizadas por sound systems como Desert Storm, mucho más modestos que los surgidos alrededor de la M25 de Londres, pero con el mismo espíritu. También abundaban las fiestas en almacenes a las afueras de la ciudad y en túneles de tren abandonados. Había una ética fantástica del DIY y un fuerte sentido de la solidaridad tanto al organizar como al asistir a esas fiestas, y ese espíritu sigue vivo en la ciudad de algún modo: por ejemplo, yo no suelo pensar en términos como “techno” o “house”, sino en la comunidad de músicos y en la escena de fiestas que surgió de todo aquello.
¿Y cómo os metisteis en esa escena? Han pasado veinte años, pero las fiestas que organizabais en el Sub Club todavía se recuerdan con un aura mitológica. (JG Wilkes): Cuando abrimos por primera vez las puertas de “Optimo (Espacio)”, la fiesta semanal que estuvo funcionando la noche de los domingos durante doce años, estábamos imbuidos de ese espíritu DIY que te comentaba antes y quisimos aplicar el mismo carácter aventurero. Era el año 1997, un momento en el que las fiestas de techno y house se habían convertido en algo muy aburrido, así que decidimos devolver la diversión a las fiestas de manera literal: apenas llegamos a contratar a cuatro o cinco DJs durante todos los años que duró la fiesta; en su lugar, pinchábamos nosotros todas las noches e invitábamos a las bandas que nos apetecía ver en directo; hacíamos toda la decoración, producción, diseño gráfico y promoción. Éramos DJs, roadies, intermediarios, promocioneros, artistas gráficos, diseñadores de luces, videojockeys y cien cosas más, todas ellas sin preocuparnos por las modas o por lo que otros estaban haciendo. No sabíamos si Optimo sería popular y tampoco nos importaba demasiado, el objetivo era divertirnos y pinchar la música que nos apetecía, pero poco a poco la gente comenzó a acudir a la cita, de una manera casi religiosa, y una comunidad comenzó a tomar forma. Y esa es la mejor de las recompensas.
Desde el principio, vuestros sets de DJ han sido conocidos por su diversidad y la apertura de mente con la que os enfrentáis a ellos. ¿Cómo realizáis la selección de música? (JG Wilkes): En 1997, cuando comenzamos con las fiestas, la manera de descubrir música nueva era muy diferente. Imagino que no es necesario explicar lo fácil que resulta hoy día, gracias a internet, pero entonces apenas existían algunas listas de correo, organizadas por distintas tiendas de Inglaterra. Recuerdo estar escuchando por teléfono, mientras el dependiente me ponía discos al otro lado, enviar después un cheque y esperar una semana a que llegaran los discos. Esta manera de trabajar nos permitió establecer relaciones interesantes con esos vendedores, que habitualmente se traducían en el envío de promos y discos antes de la fecha oficial de lanzamiento, pero también en largas conversaciones que abrían puertas inesperadas. Por supuesto, también estaba la búsqueda en tiendas, mercadillos y ferias de discos, trabajo para las piernas y las manos. En aquella época no viajaba tanto como ahora, pero cada vez que iba a otra ciudad volvía con un cargamento de oro. En cuanto a cómo decidir si una canción es apropiada para una sesión, se trata de algo bastante personal y muy excitante mientras lo imaginas. Pero una cosa es meter el disco en tu maleta y llevarlo al club con intención de ponerlo, y otra muy distinta es que realmente llegue el momento en el que puedas pincharlo.
Algunos DJs utilizan estrategias particulares mientras preparan sus sets. ¿Cómo lo hacéis vosotros? (JD Twitch): No sigo una estrategia definida. Intento conseguir toda la información que pueda acerca de cada sitio en el que voy a pinchar y después intento imaginar cómo será, aunque lo normal es que no sea como me lo he imaginado (risas). También dedico mucho tiempo a buscar discos de mi colección que pueda haber olvidado y que me sorprendan cuando vuelvo a escucharlos, e invierto aún más tiempo en escuchar música nueva y vieja y promos que me envían. En cuanto al estilo, en cada momento estoy centrado en algún tipo de energía o algún tipo de ritmos muy concreto. No me interesan los ritmos estándar de house porque es algo que me resulta muy aburrido, la misma fórmula que ya he escuchado cientos o miles de veces antes y que la mayoría de DJs suele utilizar. Yo prefiero seleccionar los discos alrededor de ideas más extravagantes, como el tipo de cajas de ritmos o de sintetizadores que suenan en las canciones.
¿Y cómo trasladas esa idea después a las sesiones? (JD Twitch): En general, el público de una fiesta comienza a reaccionar cuando el ritmo deja de ser rígido, algo que es particularmente evidente si la persona que ha pinchado antes ha estado muy centrado en el house, y de repente comienzan a producirse cambios de ritmo y estilos más mezclados. Pero lo cierto es que nunca sé lo que voy a pinchar hasta sesenta segundos antes de subir a la cabina, y a partir de ahí siempre tengo en la cabeza cuatro o cinco discos que pueden ir sonando a continuación. Tengo la suerte de que noto de manera intuitiva el ambiente de una sala cuando pincho en ella, y suelo fijarme mucho en la gente que hay en la pista; incluso paso un rato bailando con el público antes de empezar a pinchar cuando es posible. Por supuesto, esto no funciona siempre, y algunas noches no consigo conectar con el público.
¿Y cuál es tu relación con la tecnología? ¿Prefieres pinchar en vinilo, y constreñirte a un número concreto de discos, o utilizas también ordenadores? (JD Twitch): Me gusta viajar con la mayor cantidad de música posible, así que aparte de la bolsa de discos suelo llevar encima un portátil con el Ableton Live y un montón de música. Nunca he sentido que tuviera demasiado material.
Habéis publicado un montón de DJ mixes, tanto en CD como en internet, y algunos son particularmente inspiradores. ¿Qué estrategia seguís a la hora de producirlos? ¿Hasta qué punto pueden llegar a parecerse a una sesión de DJ en un club? (JG Wilkes): El problema con los discos “oficiales” es que sólo podemos utilizar aquellas canciones que seamos capaces de licenciar, y eso a veces afecta a las intenciones originales que pudiéramos tener. En ese sentido, quizás formatos como los podcasts o las emisiones de radio son más satisfactorios, porque permiten materializar una idea o un concepto muy determinado. Pero para responder a tu pregunta, podríamos decir que el proceso de grabar un CD-mix con temas que van a licenciarse no tiene nada que ver con el hecho de pinchar. Para empezar, no hay público para el que poner la música, y eso significa que podemos tener éxito si lo que intentamos es capturar un sentimiento o construir un concepto, pero también perdemos la capacidad de sorpresa, esa actitud que te lleva a tomar rutas alternativas e inesperadas, y que sólo surge cuando estás poniendo música en una pista de baile.
¿Y qué tipo de sesiones te gustan? ¿Puedes recomendarnos algunos DJs actuales? (JG Wilkes): Me gustan las sesiones de Brian Shimkovitz (de Awesome Tapes From Africa) y Beatrice Dillon, porque siempre realizan selecciones sorprendentes. Solar, un buen amigo nuestro de San Francisco, tiene un sonido único, que es algo que también me parece importante. Aurora Halal está también muy centrada en definir un sonido propio. Esas son el tipo de cosas que me interesan cuando escucho una sesión.
A lo largo de vuestra carrera habéis dedicado mucho tiempo a las labores de producción, pero siempre me ha dado la impresión de que preferíais dedicaros a realizar remezclas y edits que a grabar música propia. ¿Tiene esto que ver con el deseo de disponer de temas que os permitieran mejorar vuestras sesiones y hacerlas únicas? (JD Twitch): He producido un montón de música, muchos singles y varios discos, utilizando diferentes alias. El último salió el año pasado, aunque bajo un seudónimo que nadie conoce. También he producido más de cien remezclas, y con eso creo que tengo bastante por ahora. Pero tienes razón en que la mayor parte del tiempo que paso en el estudio es para crear música que pueda utilizar en mis sesiones, ya se trate de edits, remezclas o temas creados de manera específica para determinados sets. Siempre me ha parecido importante tener música o versiones de música que nadie más posea, y he grabado miles de edits con esa finalidad, aunque ahora la tecnología ha llegado a un punto que me permite realizar ese trabajo de edición sobre la marcha, mientras estoy pinchando, y eso añade un plus de exclusividad.
También habéis estado siempre al frente de sellos de música. Pi Recordings y T&B Vinyl en los noventa, o los diferentes subsellos de Optimo en los últimos años. Todos ellos se caracterizan precisamente porque no son fáciles de categorizar, porque mezclan artistas jóvenes con viejas leyendas y reediciones de discos más o menos antiguos. ¿Cuál es vuestra idea a la hora de enfocar los sellos? (JD Twitch): Mi único interés consiste en publicar música que me gusta y que creo que debe ser escuchada. No me preocupa si esa música encaja o no en las modas que haya en cada momento.
Acerca de Optimo, hay varios subsellos asociados: Optimo, Optimo Trax, Optimo Music Disco Plate, Autonomous Africa… ¿Por qué decidisteis dividir el sello en varias plataformas? ¿Cómo decidís qué disco se publica en cada una de ellas? (JD Twitch): Siendo honesto, todo ese jaleo de los subsellos es algo que hice para divertirme, aunque también existen algunas razones prácticas. Optimo Music es un sello libre de géneros y estilos, pero no todo el mundo es capaz de entender un concepto tan amplio, así que los subsellos permiten enfocar las cosas desde determinadas perspectivas, y sirven para que la gente sepa vagamente lo que se puede encontrar. En cuanto al hecho de localizar música, no supone ningún problema; al contrario, mi problema es que hay mucha música buena que cae en mis manos y no tengo ni el tiempo ni los recursos para publicarla toda.
Me gusta la manera en la que os enfrentáis a proyectos especiales, como las recopilaciones Cease And Desist o Miracle Steps. ¿Qué relación tiene este tipo de trabajos con otros como realizar un CD-mix? (JD Twitch): Con un CD-mix siempre es importante pensar en cómo encajaran las pistas entre sí y en qué tipo de atmósfera se quiere construir. En cuanto a las recopilaciones, dedico mucho tiempo a pensar en el orden de las canciones para que fluyan de la mejor manera posible, pero la libertad es mucho mayor y puedo tomar otro tipo de riesgos.
Este año celebráis el vigésimo aniversario de Optimo, con un montón de lanzamientos nuevos en los sellos y una gira mundial. ¿Alguna cosa de la que os sintáis particularmente orgullosos? (JG Wilkes): Sin duda, lo más importante es que vamos a celebrar nuestro primer festival. Será el 6 de agosto, en Glasgow, con tres escenarios, y hemos fichado a algunos de nuestros artistas favoritos: Adult., Apeiron Crew, Aurora Halal, Avalon Emerson, Ribeka, Black Madonna, Ben UFO, Carla Dal Forno, Equiknoxx, Errorsmith, Happy Meals, Sofay, King Ayisoba, KXP, Midland, Miss Red & The Bug, Nurse With Wound, Outer Space…
¿Podéis recomendarnos algún artista nuevo al que haya que seguir la pista? (JD Twitch): Te diré dos de Glasgow, uno que pertenece a Optimo Music y otro que no: Iona Fortune y LAPS.
Entrevista: Vidal Romero
Entrevista selección Jägermusic.
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