Una de las grandes citas de este 2017, será sin lugar a dudas, vivir intensamente la consecución de 50 años del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Una edición presentada hace un par de semanas nada menos que en Los Ángeles (Creative Artists Agency) que contará con un embajador de excepción -Guillermo del Toro- y que será protagonizada por un mito del terror como Drácula. A mordiscos nos vamos a ir devorando uno tras otro días, semanas, meses… hasta el próximo mes de octubre. Mientras tanto, entre cuello y cuello, os contamos como nuestro redactor Bruno Garca (sobre)vivió a la última edición.
Antes de enrollarme como una persiana. Desde ya darle las gracias a Ángel Sala y al Festival de Cine de Sitges por acoger un año más a un inadaptado como yo, amantes de los mocos verdes, las conversaciones con amigos invisibles, de las carnicerías a ritmo de sintetizador y de los viajes estelares aunque sean solo desde la imaginación, las ganas y una buena pantalla que me coma. Desde que uno se baja del tren y coge carrerilla hacia los diferentes espacios donde se proyectan el cine fantástico y de terror más heterogéneo, uno se siente como en casa. Home Sweet Home que diría David Morlet. Eso que a veces es una ‘película en vida’ hacerse con un buen asiento en alguna de las sesiones (a excepción de las más mañaneras). Esperas que terminan traduciéndose en prisas por pillar una buena butaca. No en vano el festival ha aumentado un 18% en entradas vendidas. En esta 49ª edición tocaba estar más espabilado de la cuenta. Ya que estamos con el jogging, vaya sorpresón disfrutar de una cinta como la coreana Train to Busan (Busanhaeng) del director Sang-ho Yeon. Menudos carrerones y sobresaltos tan bien paridos los que uno sufre durante las casi dos horas que dura ¡Pasajeros, suban al tren! ¡Escojan vagón -cuidado con elegir el qué no es- que nos vamos rumbo a la salvación… la costera Busan! Desde que el virus se desata, la horda de infectados no dará tregua. Bueno, cuando están a oscuras. En la misma onda de otra película que sorprendió el año pasado, la japonesa I Am a Hero. Héroes de carne y hueso, en este caso se centra en un currante -eso sí, no uno con gorrita de beisbol- que hace lo que no hay en los escritos por salvar a Sok-woo, la hija que viaja con él. Sobresalto tras sobresalto y un guión muy bien aprovechado donde también relucen los personajes secundarios.
I Am a Hero
Sin movernos de país, otra que no queda más remedio que alabar es El extraño (Goksung). Madre mía con Jong-Goo, un policía torpe y miedica de aldea pequeña que no hubiese durado ni dos carreras en ese desafío hacia Busan. Inquietante novela negra con sabor a terror asiático la que nos presenta Hong-jin Na. En ella no faltarán los giros de guión, un buen puñado de crímenes, escenas impactantes, folclore profundo e inquietantes individuos como la figura del chamán o el japonés lleno de secretos ocultos. Alimentará a los amantes de la buena fotografía, también de lo perverso. Será precisamente su sobrenatural actor nipón, Jun Kunimura -quizás te suene de Kill Bill, es nada menos que el jefe Tanaka– quien nos haga de hilo conductor -actúa en las dos- hacia ese pasote de título Shin Gojira. En otras palabras, el resurgir de Godzilla. Si la tomamos por lo que es, más leña para ese fuego que rinde tributo a la iguana mutante y gigantona, la vamos a disfrutar tela-marinera. Nada que ver con lo que nos llegó últimamente desde yanquilandia y que ha hecho un flaco favor a la mítica saga que arrancó en 1954 gracias a Ishirô Honda. Incluso, y hasta que el rey de los bichos no hace su cuarta mutación, a uno se le escapa sonrisas con el monstruo que surge del océano para arrastrarse un buen rato por una superficie llena de rascacielos y cemento. Parece de cartón-piedra. Ah, y esos ojos como Espinete. Como digo, si eres fan del amigo desde sus inicios, la disfrutarás como un enano. Eso que sus actores (muchos, es coral con mayúsculas) no paran de sobreactuar, berrear, y aquí uno, de leer subtítulos (lo único que me sé en japonés es sayonara o banzai). El caso es que Shin Gojira no para de crecer -nunca mejor dicho- con el metraje y su orgía de destrucción un puro deleite. Por cierto, descubriremos nuevas habilidades del animalejo y… ¿una atractiva japonesa como futura presidenta de los USA? Que tiemble Trump.
Train to Busan (Busanhaeng)
Le damos un giro radical a esto. Pasamos de la urbe más fastuosa, el ruido ensordecedor del rugido de ‘Godzi’, los misiles que no paran de explotar, en definitiva de la destrucción, para sumergirnos en el turbador costumbrismo de The Eyes of My Mother. El joven Nicolas Pescedirige una absorbente a la vez que escalofriante historia narrada en blanco y negro a medio camino entre el inglés y el portugués. Esto último –por el origen de sus personajes- le da al trabajo un plus de atractivo, y porque no decirlo: un micro universo más cercano, oscuro y oculto. Uno siente empatía con la actriz Kika Magalhaes (Francisca) a pesar de sus traumas y prontos. Su vida desde bien niña se enturbió a lo bestia. Sus hábitos, también. Luce como una mosquita muerta que poco a poco sorprende por su frialdad e incluso crueldad. Al igual que la interpretación de su corto elenco de actores, sobresale también la música de Ariel Loth y la fotografía. Atípica, enfermiza y llena de potencial esta película.
The Eyes of My Mother
Esa era la premisa que todo el mundo esperaba de la francesa Grave (Raw). Sobre todo tras correrse la voz de la ya famosa escena de sexo y canibalismo que había causado vómitos y desmayos en el Festival de Toronto. Y no está mal la verdad, entretiene aunque sorprende y desmoraliza mucho menos que la anterior. Los ideales alimenticios de una adolescente, futura veterinaria, puestos a prueba. Está bien dirigida por Julia Ducornau, el guión no decae, incluso juega a partes iguales con el sobrecogimiento y lo tragicómico, mereció la pena verla. Mucho menos ronroneo tuvo La autopsia de Jane Doe (The Autopsy of Jane Doe) y sin embargo a la postre una de las proyecciones de esta edición que mejor sensaciones me dejaron. Pero amigo André Øvredal ¿cómo es posible sacarle tanto jugo a una autopsia? La de un cadáver anónimo, una muerte qué esclarecer, aparentemente nada sencilla al menos examinando ese bonito fiambre a simple vista. La cosa se va tornando, y sin decaer un segundo, en mero suspense y terror claustrofóbico. Recomendable agarrarse con uñas y dientes al sillón pues los sobresaltos no te los ves venir siempre. Las palomitas vuelan.
Grave (Raw)
Si echamos las cuentas, todos los filmes citados han pasado con nota al menos para este humilde servidor. En el otro lado de la balanza me gustaría citar lo fallido de largometrajes como The Neon Demon (Nicolas Winding Refn) o Dog Eat Dog (Paul Schrader). La primera me pareció un eterno vídeo-clip con momentos visuales atractivos -algunos de ellos “guiños” copiados descaradamente del maestro David Lynch– que no culminan en nada valioso. Desaprovechada en parte la siempre a tener en cuenta música de Cliff Martínez y el registro singular de Keanu Reeves. Para echarla directamente a los perros de Kim Jong-un, y nunca mejor dicho, la nueva de ese mago que hizo filigranas como guionista de Toro Salvaje o Taxi Driver: Dog Eat Dog. Vicio y violencia gratuita de poca monta. El enésimo intento de rescate de Nicolas Cage hundido en el fracaso. Menos mal que la salva un poco Willem Dafoe, un yonqui sin compasión que no habría desentonado en la mítica Apocalypse Now. Ahora que lo pienso, si la vuelvo a ver y me pilla en un día patético de mi vida con un par de barbitúricos en el cuerpo, igual su lado decadente y alucinógeno lo disfruto más. Si lo hago, no os cuento.
The Neon Demon
Y cierro este sangriento sermón peliculero saliendo por la Puerta Grande. Esa por la que salieronSwiss Army Man (Premio a la Mejor Película de esta 49ª edición), el regreso de Chan-wook Park con la también premiada -Premio del Público- Handmaiden (Ah-ga-ssi), los ilustres homenajeados Christopher Walken / Max von Sydow y por supuesto toda la tripulación de laEnterprise comandada por el Capitán Kirk y el Doctor Spock, de todos es sabido que el leitmotiv de este pasado 2016 fue para Star Trek y su ferviente legión estelar de trekkies. Haciendo un guiño precisamente a esta franquicia nacida en 1966 me despido. Ese saludo vulcaniano que todo el mundo ha intentado hacer más de una vez. Con esa bendición en forma de “V” os digo hasta luego y os cito para este 2017 donde ¡tachan! Se cumple el 50º aniversario del festival teniendo como padrino nada menos que a Guillermo del Toro.
Swiss Army Man
Texto: Bruno Garca
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