Ejemplo perfecto de que la belleza se encuentra en los lugares más insospechados, Pepo Galán graba sus discos en Málaga, una ciudad que nunca ha sido muy amiga de la electrónica experimental. Contra la marea, él sigue fabricando una música flotante y ensoñadora, que está a medio camino entre el ambient, la neoclásica y el post rock. Una mezcla que destila con mucho cariño en su último disco, el delicado Human Values Disappear (El Muelle, 2017).
Para empezar, cuéntanos algo de ti. Nací en El Palo (Málaga), en el año 1981. Entré en contacto con la música gracias a mis hermanos mayores, primos y algunos amigos, que a finales de los ochenta tenían un grupo de heavy metal. Ensayaban con muy pocos medios, pero hacían una música muy pura. Poco después empecé a tocar la batería, con los cajones viejos de un armario, en un grupo punk. También escuchaba mucho rockabilly y heavy metal, pero el punk resultaba más fácil y directo. Nunca tuve ningún tipo de formación. A pesar de que me gusta crear orquestaciones y acordes de piano con tiempos de cierta complejidad no tengo la menor idea de leer o escribir música. Soy una persona totalmente autodidacta.
Tuviste varias bandas de pop y de rock durante los noventa. ¿Aprendiste algo en aquella época que persista en tu manera de ver la música hoy día? He tenido muchos proyectos junto a mi hermano Nacho Jaula, pero nunca han llegado a nada, eran vehículos para experimentar, aprender y pasarlo bien. Aunque en algunos casos sí me han servido para desarrollar recursos a nivel de composición y para soltarme en los directos.
También has sido DJ durante varios años. ¿Qué fue lo que te atrajo de la música electrónica? Me llamaban mucho la atención las sesiones abstractas que hacía gente como DJ Shadow, James Lavelle o DJ Krust; disfrutaba viendo como jugaba con los platos Andy Smith en Portishead y ya desde el colegio escuchaba sesiones de Oscar Mulero, Surgeon, Regis o Sven Väth. En un momento dado compré unos Technics y empecé a trabajar, de manera profesional, en las mejores salas de Andalucía.
Tus primeras referencias, como Homesickness EP (2015) y The Day You Went Away (2015), se movían entre un ambient clásico (pienso por ejemplo en Brian Eno) y el trabajo de guitarristas como Fennesz. ¿Estabas todavía buscando un estilo propio? Puede que aún estuviera a la caza de ese estilo, porque en realidad se trata de discos que hice juntando algunos retales que tenía. Nunca me he querido encerrar en un género o sonido concreto, he grabado lo que me ha salido en el momento, y resultó que esos temas encajaban bien entre sí.
Referencias posteriores, como To A Better Place (2016) o Branches And Blue Sky (2017), ya avanzan un giro hacia territorios más experimentales, en los que se mezclan pianos, grabaciones de campo y hasta guiños a la música contemporánea. ¿El progreso se debió a un cambio en el equipo del que disponías, o simplemente habías mejorado tus capacidades? Puede que las dos cosas. Soy un fanático de la compraventa de instrumentos, y es posible que esto contribuya a mi madurez como músico. Aunque si tienes buenas ideas y capacidad natural para la creación, la instrumentación no importa demasiado.
¿Y cuál es el proceso que sigues a la hora de componer? Lo pregunto porque discos como Arrástrame Mar (2017) o Human Values Disappear (2017) parecen estar construidos alrededor de un concepto global. En general, tengo muy tiempo para ponerme a componer, pero a veces me viene algo a la cabeza y necesito grabarlo con urgencia. Así que me pongo a grabar mientras improviso, todo lo que me sale en ese momento y después voy añadiendo cosas y mezclando poco a poco en los ratos que tengo libres. Tengo ideas guardadas desde hace mucho tiempo y algunas veces las voy rescatando para que dejen de estar en stand by.
Hablando ya de Human Values Disappear, me interesan mucho todas esas capas de sonido que contiene el disco, que parecen caer sobre el oyente como una ola, y que a veces recuerdan a instrumentos de cuerda. Básicamente son líneas creadas con un viejo Casiotone, y en muchos casos pasadas por dos pedales de efectos, el T2 de TC Electronic y el Mel9 (Tape Replay Machine) de Electro Harmonix. El segundo es un simulador muy potente de sonidos de cuerdas. El resto son adornos hechos con sintetizadores como el Korg MS-20, y grabaciones de campo.
En el disco colaboran Lee Yi y David Cordero. ¿Cuál ha sido el papel de cada uno? ¿Por qué pensaste que necesitabas colaboradores? Lee Yi es mi compañero en el trabajo, así que siempre andamos hablando y escuchando música. En un momento dado le mostré lo que estaba haciendo, le gustó y le ofrecí colaborar en el disco, seguro de antemano que el resultado sería bueno. Con David Cordero tenía muchas ganas de trabajar desde hacía tiempo porque es un músico que admiro mucho, tanto por su talento como por su trayectoria. Así que le envíe cuatro maquetas, para ver si alguna le gustaba, y decidió quedarse con las cuatro. Algo que le agradezco mucho, porque este disco no sería lo mismo sin sus aportaciones.
Con Lee Yi también compartes un proyecto, Dear Sailor. Empezamos a grabar el disco de Dear Sailor a finales del 2013 y se publicó en octubre de 2015, fue la primera referencia de El Muelle Records. A pesar de lo que tardamos en grabarlo todo fue muy fluido y sin mayores complicaciones. Nos faltaba el tiempo, pero en realidad teníamos muy claro cómo queríamos sonar y finalmente acabamos muy satisfechos con el resultado. Ahora tenemos un segundo disco en marcha, y algunas canciones ya terminadas. Pero empiezo a pensar que no lo terminaremos nunca. No tenemos demasiado tiempo, y ahora ya no nos ponemos tan de acuerdo como al principio. Por desgracia, la comunicación y la conexión ya no son iguales.
Human Values Disappear está masterizado por Taylor Deupree. ¿Es esto una declaración de intenciones? Tenía muy claro que quería publicar el disco en vinilo, y para eso se necesita una masterización muy específica. Así que me puse a barajar opciones y finalmente decidí que se encargara Taylor Deupree. Soy un fiel seguidor de su música y de su sello 12k, así que fue una buena excusa para entablar una conexión.
Has conseguido distribución internacional con Kompakt. ¿Se está vendiendo bien el disco en el extranjero? La electrónica experimental es un campo muy complicado y difícil de digerir para algunas personas, y si encima eres poco conocido nadie te presta la más mínima atención. Por eso quise probar a sacar un vinilo, para ver qué pasaba, aprovechando que hay un resurgimiento del formato. Y me llevé la gran sorpresa de que se vendía con mucha fluidez y algunas distribuidoras contactaban conmigo para comprar cantidades un poco más grandes. Ahora mismo, el disco se vende en países como Alemania, Inglaterra, Estados Unidos o Japón, y aunque no tenía muchas esperanzas, también en España. Tiendas como Holy Mountain, Guerssen o Discos Rotor se han quedado sin existencias.
Además de músico, eres uno de los responsables de El Muelle Records. ¿Cuándo y por qué decidisteis montar un sello? A finales del 2015 Julio Senmove, mi hermano Nacho Jaula y yo decidimos montar un sello de música experimental. Al principio pensábamos solo en autoeditarnos, pero después empezamos a recibir maquetas y a conocer a mucha gente que nos ha apoyado y nos ha animado a seguir. Así que empezamos a tomarnos el asunto más en serio y llamamos a Javier Acedo para que formase parte de nuestra familia, y para que cada uno se encargara de una función diferente. Desde entonces hemos ido improvisando y buscando maneras para sostenerlo. Ahora mismo tenemos treinta y cinco referencias en el mercado, en su gran mayoría en formato físico. Nos cuesta un poco el dinero, pero por ahora seguiremos dando guerra.
¿Cuál es la política de fichajes del sello? Hasta hace poco escuchábamos todo lo que nos mandaban y nos quedábamos con las cosas que nos gustaban. Pero ahora somos cuatro personas en el sello, cada uno con gustos y conceptos diferentes. Y entre que nos mandan más de lo que podemos escuchar, los compromisos que ya tenemos, las exigencias de algunos músicos, la cantidad de discos que hemos publicado en los últimos tiempos y los gastos que eso conlleva, hemos decidido no aceptar más maquetas. A partir de ahora solo editaremos música de gente a la que invitemos a participar.
España es un país en el que no existen demasiados artistas realizando ambient y electrónica experimental. Y Málaga nunca ha sido una ciudad puntera en este sentido, más allá de propuestas como Coeval. ¿Cómo sobrevivís vosotros en ese entorno? ¿Existen locales donde se pueda tocar, o al menos escuchar, este tipo de música? La gente que nos ve desde fuera piensa que Málaga está en auge, pero no es así. Es cierto que en 2017 sucedieron muchas cosas, pero parece que solo ha sido una fiebre pasajera. Aunque existen lugares como La Polivalente, La Caverna o el Ojopatio, que de vez en cuando organizan algo interesante.
¿Piensas llevar el disco al directo? En realidad, antes de lanzar el disco ya toqué partes de él en directo en Córdoba. Las navidades pasadas tuve varias oportunidades para tocar, y por circunstancias personales tuve que rechazarlas. Pero desde El Muelle Records estamos organizando un evento en La Polivalente para el próximo mes de julio, con música, comida, bebida y merchandising, y aprovecharé para presentar Human Values Disappear en directo.
Entrevista: Vidal Romero
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