Aunque están censados en Montreal, los cuatro integrantes de Suuns tienen (muy) poco que ver con la escena de su ciudad. Hoscos, afilados, sus discos son auténticas andanadas de un rock atmosférico y cubista, en el que se conviven psicodelia, minimalismo, noise-rock y techno. Y sin embargo, y a pesar de que esa receta pueda sonar a experimento y complicaciones, el resultado es extrañamente magnético: canciones que se pegan al oído y que empujan los pies con insultante soltura. Una fórmula que en su tercer disco, Hold/Still (Secretly Canadian, 2016), brilla con más fuerza que nunca.
“Suuns existe desde el invierno de 2007, cuando Ben [Shemie] y yo comenzamos a grabar maquetas en el sótano de su casa. Cuando llegó el verano fichamos a Liam [O’Neill], con idea de que el proyecto se pareciera más a un grupo con el que poder tocar, y con él vino Max [Henry], amigo suyo desde la infancia”. Desde su casa en Montreal, Joseph Yarmush cuenta los orígenes de su banda; una banda que siempre estuvo más preocupada por cuidar las texturas y el sonido, por trabajar y romper el formato habitual de las canciones, que por curtirse en largas giras sin sentido.“Con esa formación tocamos en directo por primera vez en septiembre de aquel año”, prosigue Yarmush, “pero en realidad pasábamos casi todo el tiempo ensayando y grabando maquetas”. Una forma de enfrentarse a la música que, casi diez años después, estos cuatro tipos siguen conservando intacta. Su nuevo disco, Hold/Still, está grabado en directo, para capturar mejor toda la potencia que son capaces de desarrollar. Ese extraño equilibrio de opuestos que conforma su particular sello de estilo, y que en este caso está presente desde el mismo título escogido.
A pesar de que habéis vivido siempre en Montreal, Suuns no tiene mucho que ver con la escena de la ciudad. ¿Tenéis relación con alguien de allí? El Montreal de 2007 era muy distinto del que puedes encontrar ahora mismo. En aquella época había un montón de bandas que intentaban copiar el estilo de Arcade Fire, y por eso mucha gente de fuera pensaba que existía una escena local cohesionada. Pero en realidad eso es una gran farsa, esos son sólo los grupos más famosos de una ciudad en la que existe una diversidad enorme. Tenemos artistas franceses, ingleses y todo lo que hay en medio; tenemos haitianos, españoles, latinoamericanos, gente que ayuda a dar forma a una escena muy profunda. Esa imagen de chicos blancos y pálidos que los medios transmiten no es cierta, y no lo digo sólo porque la mitad de nuestro grupo no lo sea.
Vuestro primer disco, Zeroes QC (2010), ya definía a la perfección la manera que tenéis de tocar: seca, atmosférica, minimalista, punteada con estallidos ocasionales de violencia. Es un estilo que se ha ido refinando a medida que ibais grabando discos, pero que en el fondo no ha variado. ¿Es una decisión consciente, mantener una paleta sonora reducida y explotarla desde todos los ángulos posibles? Creo que es algo que hemos ido tanteando poco a poco. No nos gusta sentirnos cómodos mientras hacemos música, no nos gusta que nuestros oyentes se sientan cómodos mientras nos escuchan. Así que intentamos buscar diferentes maneras de hacer canciones, que no tengan que ver necesariamente con arreglos convencionales. Por otro lado, no tenemos interés en hacernos famosos, estamos en esto para explorar nuestros propios límites y crecer como personas, y mientras más exploramos, más seguros nos sentimos de nuestras elecciones y más capacidad tenemos para concretar y refinar las ideas que nos gustan.
En este sentido, ¿qué tal fue la experiencia de grabar un disco con Jerusalem In My Heart? La idea de mezclar vuestro sonido particular con una paleta tan definida (y tan alejada en apariencia de lo que soléis hacer vosotros) se antoja como mínimo interesante. Esa es exactamente la razón por la que lo hicimos. Radwan Moumneh es un tipo brillante, muy creativo, y al que sólo le interesa colaborar con otras personas si eso sirve para romper o desnudar algún tipo de concepto adquirido. Y lo cierto es que aprendimos muchas cosas grabando con él, hicimos mucha improvisación y forzamos las canciones hasta llevarlas al límite de su potencial interno. Es una auténtica inspiración, además de uno de los músicos más interesantes que existen ahora mismo en el mundo.
La mayoría de vuestras canciones parecen enraizadas en una especie de minimalismo. Quiero decir, están hechas con pocos elementos, pero esos elementos están en mutación continua a lo largo de la canción. ¿Cómo escribís esas canciones? ¿Son el resultado de improvisar en el estudio y quedarse con las mejores partes, o trabajáis un plan maestro desde el principio? Lo habitual es que todo comience en el cerebro de alguno de nosotros, casi siempre en el de Ben Shemie. Una idea inicial que luego trabajamos entre todos, siempre buscando forzar los límites espaciales, para llegar hasta lugares desconocidos incluso para nosotros mismos. Y a veces tardamos muchísimo tiempo en conseguir ese objetivo: “Instrument” y “Optimist”, dos de las canciones del nuevo disco, han estado acompañándonos durante varios años antes de ver la luz.
Eso encaja con otra impresión que tengo de vuestra música, y es que trabajáis con estructuras abiertas. “Instrument”, que comienza y termina casi de manera azarosa, es un buen ejemplo. Efectivamente, nuestras canciones son organismos que están evolucionando siempre. Los discos sólo representan un estadio muy concreto, un periodo determinado de nuestra historia. Pero en directo siempre forzamos la máquina.
En este sentido, ¿qué importancia tiene para vosotros la improvisación? A la hora de crear música es importante, porque es la manera más sencilla de que la canción te hable y te indique hacia dónde quiere tirar. Improvisa, y luego corta y acuchilla el resultado, ese es nuestro modus operandi. En directo también nos interesa esa manera de trabajar, dejar salir toda la mierda y que eso nos lleve en una u otra dirección. Eso sí, no nos interesa la improvisación en el sentido del jazz o del blues, sino desde una perspectiva más paisajista, más relacionada con el sonido. Siempre intentamos que la banda esté sincronizada a la base rítmica, en la medida de lo posible.
Otro aspecto que me interesa de vuestra música es que parece trabajar con muchos elementos contrapuestos: guitarras limpias contra bajos distorsionados, ritmos mecánicos contra melodías bonitas, melancolía contra ruido… ¿es también algo premeditado? Es algo que ha estado presente en nuestra música desde el principio: la dualidad, partir de ciertos aspectos y confrontarlos con elementos que parecen opuestos. En realidad es sólo semi-deliberado, en el sentido de que muchas de esas cosas las descubrimos por accidente, después de haber estado dando muchas vueltas a una misma canción. Pero, como te decía antes, no nos interesa que nuestro público se sienta cómodo. Nos interesa que esté excitado y que se sienta provocado.
Me da la impresión de que tenéis una cierta conexión con la música electrónica. No sólo en cuanto a la construcción de ritmos y estructuras, sino también en el tipo de sonidos que utilizáis o en la manera en que muchas de vuestras canciones están mezcladas. Por supuesto. Las cajas de ritmos y los sintetizadores juegan un papel muy importante en nuestra música, así que es inevitable que ciertos aspectos de la música electrónica se cuelen por las rendijas. De todos modos, cada uno de los miembros de la banda tiene una relación y una opinión diferentes acerca de la electrónica, y esa tensión nos permite incorporarla de una manera extraña y, posiblemente, equivocada.
¿Habrá entonces maxi de remezclas electrónicas, tal y como sucedió con “Images of futur”, vuestro disco anterior? Aquello fue un encargo de Turbo, así que depende de si encontramos algún sello que quiera hacer algo parecido. Pero sí que nos gustaría. De hecho, hay varios productores trabajando en remezclas para las canciones de Hold/still y el resultado es muy interesante. Es increíble lo que otras personas pueden llegar a hacer con tu música.
Hold/still está producido por John Congleton, que es una persona conocida sobre todo por realizar grabaciones delicadas y suntuosas para gente como Anna Calvi, St. Vincent o John Grant. No parece la elección más evidente para una banda como la vuestra. No estoy de acuerdo, es una persona muy versátil, capaz de producir discos de country, de rock, de pop o de hip hop. Aparte de un músico brillante y un ingeniero de sonido excelente. Pero la auténtica razón por la que lo escogimos es porque queríamos salir de Montreal para grabar el disco, y viajar hasta Dallas para trabajar con John era una buena manera de salir de nuestra zona de confort. Hasta ahora, siempre habíamos grabado en el estudio Breakglass con Jace Lasek, así que cuando salíamos del estudio podíamos irnos a casa a dormir. En Dallas eso no era posible, teníamos que estar juntos durante todo el proceso, y eso nos obligó a estar mucho más concentrados. Y estoy contento con el resultado, creo que hemos aprendido mucho acerca de nosotros mismos trabajando de esta manera.
La nota de prensa dice que habéis grabado todas las canciones en directo, y sin realizar overdubs. ¿Esto se debe a lo que me contabas antes, que habéis tocado esas canciones durante mucho tiempo antes de entrar al estudio? En algunos casos sí, pero no en todos. Digamos que llevábamos el ochenta por ciento del trabajo realizado desde casa y que el resto lo hemos terminado en el estudio. Pero la verdad es que grabamos en directo porque nos gusta sonar como una banda de directo, que en el fondo es lo que solemos hacer. Quiero decir, a lo largo del año dedicamos mucho más tiempo a tocar en directo que a grabar discos.
El disco parece dividido en dos partes. Una primera que es musculosa y oscura, y una segunda, que podría comenzar a partir de “Brainwashed”, que es más íntima y (es un decir) “delicada”. ¿Lo grabasteis con la idea de un vinilo en la cabeza? ¿Es el título un reflejo de esa dualidad? Sí a las dos cosas. Nos gusta imaginarnos la cara A como más abrupta, pero también más accesible. En cambio, penetrar en la cara B exige algo más de esfuerzo; es música menos fluida, mucho más turbia.
Entrevista: Vidal Romero
Foto: Caroline Desilets
Entrevista selección Jägermusic.
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