La reflexión nace de la inmersión. Esa es la premisa de la exposición que se puede visitar hasta el 1 de septiembre en la cuarta planta del espacio Fundación Telefónica de Madrid, y que alberga la propuesta del colectivo de arte digital teamLab. La muestra trata de espolear la reflexión sobre la responsabilidad del ser humano con su entorno y la imposibilidad de disociarlo del todo que conforma con la naturaleza. Las tres instalaciones que la integran buscan configurar entornos envolventes que diluyan los límites entre el espectador y la obra.
Una perspectiva interdisciplinar
TeamLab es un colectivo, fundado en 2001 por Toshiyuki Inoko, y formado por varios cientos de profesionales, entre los que se cuentan artistas, programadores, ingenieros, animadores digitales, matemáticos y arquitectos. Se distingue por trabajar desde una perspectiva interdisciplinar que explora a través del arte digital una nueva forma de relación de los seres humanos con la naturaleza y con el mundo que los rodea. Más de 30 proyectores, sensores, espejos, suelos reflectantes y música evidencian el lenguaje visual radicalmente contemporáneo y de un nivel tecnológico sin precedentes por el que teamLab es especialmente reconocido. Tres son las piezas que componen esta exposición, que invita al visitante a transitar por la obra, a relacionarse con ella y que provoque cambios en ella. Black Waves: Lost, Immersed and Reborn, la instalación que ocupa gran parte de la exposición, funde en su premisa herencia y vanguardia.
Parten de la tradición artística japonesa inspirándose en La gran ola de Kanagawa, pintada por Hokusai en 1830, para la creación de una proyección envolvente de un entorno acuático, elemento clave del medio natural y de la vida. Para ello se ha calculado la hipotética interacción de miles de partículas entre sí que da como resultado un espacio 3D generado por ordenador que expresa el movimiento de una gran masa de agua en forma de ola continua.
Evolución en tiempo real y adaptativo
La inmersión se consigue mediante el uso de más de treinta proyecciones en paredes y suelos reflectantes. En el centro de la sala ubica la segunda obra: Flutter of Butterflies, Born from Hands (2019). Cientos de mariposas aletean alrededor del espectador, apareciendo y desapareciendo a través del contacto físico. Una pieza de evolución en tiempo real y adaptativa al entorno que hace que el movimiento de las mariposas no se repita nunca. Lo que ofrece al visitante una sensación de fragilidad y mutabilidad.
Tracidión y cultura ancestral japonesa
Con la última obra, Enso-Cold Light (2018), vuelven a incidir en la importancia de la tradición y de la cultura ancestral japonesa en particular. En este caso es el arte de la caligrafía el protagonista, reinterpretando la caligrafía tradicional y evolucionándo la hacia lo que denominan ‘caligrafía espacial’. La referencia base de esta obra es el arte zen consistente en dibujar un círculo con una sola pincelada. En el zen, el enso simboliza la iluminación, la fuerza, la elegancia, el universo y el vacío; y el círculo, el momento en el que la mente se libera para que el cuerpo o el espíritu puedan crear. Los efectos tridimensionales hacen que el círculo se suspenda en el espacio de modo que el espectador pueda recorrerlo desde distintos puntos de vista.
espacio.fundaciontelefonica.com
Texto: Agustín Velasco.
Foto: Black Waves , de teamLab, cortesía de teamLab y Pace Galle
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